Resumen de tertulias y entrevistas en radio y TV (03/06/2019)

En Onda Cero, Carlos Alsina opinaba: “Es Navarra lo que puede enterrar la posibilidad de que el PSOE y Ciudadanos pacten en otros sitios. Porque en Navarra el Partido Socialista ha despreciado ya la mano tendida de Ciudadanos. Navarra es la única comunidad en la que el centroderecha sin Vox se presenta con una sola marca: Navarra Suma. Con esa marca ha ganado las elecciones (veinte diputados por once del PSOE, que ha sido segundo) y con esa marca (que incluye a Ciudadanos) se ha ofrecido a explorar un acuerdo con el PSOE.

La respuesta ha sido que no hay nada que explorar. Que el PSOE a quien quiere en Navarra como aliados es al PNV (puro progresismo) y a Podemos (que tiene dos diputados). Sabiendo que para que la investidura de María Chivite sea posible requiere de que se abstengan o los 20 de Navarra Suma, que ya me dirá usted qué razones van a tener para abstenerse en estas condiciones, o los siete de EH-Bildu. ‘Con Bildu no vamos a negociar’, proclamó la semana pasada Carmen Calvo, pero sin Bildu, o sin la abstención de Bildu, lo del PSOE en Navarra no sale.

Recuperemos ahora la doctrina Ábalos sobre los pactos a ver cómo suena mirando a Navarra.

En Navarra el PSOE no ha sido el partido más votado. En Navarra el cambio no lo representan ni Geroa Bai (PNV) ni Podemos. En Navarra la doctrina Ábalos naufraga. Y en Navarra se crea un precedente que les plantea un problema a los Igea y los Garicano. Cómo abrirse a pactos con el PSOE cuando el PSOE se ha cerrado al pacto en Navarra”.

En Onda Cero, Fernando Ónega destacaba: “Albert Rivera se juega, básicamente, su credibilidad, lo cual equivale a decir que se juega su futuro. Si pacta con el PSOE, se desmiente a sí mismo cuando dijo que con el sanchismo no iría no a por agua, y el PSOE es hoy más sanchista que nunca.

Si pacta con el PP, le regala poder, lo cual contradice su aspiración de hacerle el sorpaso. Si, encima, entra en gobiernos presididos por el Partido Popular, corre el riesgo de ser su muleta y de ser devorado por el pez grande, como le pasó a Podemos en Castilla-La Mancha. Donde Ciudadanos funcionó bien y sin desgaste, ha sido en Andalucía, donde apoyó desde fuera a Susana Díaz, y en Madrid, donde hizo lo mismo con Cifuentes.

Y, si encima de todo eso, se hace la foto con Vox, como sugirió Ignacio Aguado, habrá resucitado la imagen de las tres derechas, demasiadas para una tendencia política. Rivera, por tanto, se encuentra en una encrucijada casi dramática. Tiene dos salidas. Una, pasar de las musas al teatro. Es decir, conseguir gobernar alguna comunidad autónoma, que le permita diferenciarse en la gestión de la cosa pública. Ese es el precio que podría poner a quien esté dispuesto a beneficiar con su voto.

Otro, instalarse en una posición ética y argumentar que dará su apoyo a la lista más votada, lo cual sería irreprochable desde el punto de vista democrático. Y eso vale para negociar el apoyo a la investidura. Si en los pactos hay mucho de intercambio de cromos, esta es la más rentable oportunidad”.

En Onda Cero, Rubén Amón se preguntaba: “Rivera se pronunciará sobre los pactos. ¿Se generalizará la fórmula andaluza para reducir el poder territorial del PSOE?

¿No corre el riesgo Ciudadanos de convertirse en una fuerza gregaria del PP cuando el objetivo era sorpassarlo?

¿Sería verosímil que Rivera abjuraba de los dogmas del veto al PSOE para gobernar plazas y comunidades importantes?

¿O terminará asumiendo el regreso a la posición de bisagra, o sea, la coreografía de la yenka?

¿Qué pensaría Pablo Iglesias si Pedro Sánchez hace ministro a Errejón?”.

En la SER, Montserrat Domínguez afirmaba: “Hoy lunes tendremos más pistas de si en Ciudadanos ganan el pulso los que tienen alergia a Pedro Sánchez o los que tienen alergia a Vox; si se impone su alma original liberal, que irrumpió en la política española para oxigenar el bipartidismo, o se confirma el giro a la derecha que dio Albert Rivera en campaña a pesar de que la jugada no consiguió el objetivo de desbancar al PP.

De los naranjas dependen 5 gobiernos autonómicos: Navarra, Madrid, Aragón, Murcia y Castilla León, y 25 ayuntamientos, entre ellos el de la capital.

Y aunque los populares son su socio preferente, todo es posible ahora que, en Barcelona, Manuel Valls se salió de las trincheras para ofrecer su apoyo, sin contrapartidas, a Ada Colau, y evitar así que la alcaldía quede en manos de los independentistas.

La audacia de este planteamiento, tan poco habitual en nuestra política, hace que sea Colau quien tiene ahora en sus manos romper los esquemas preconcebidos. Haga lo que haga, unos u otros la llamarán traidora. Pero estamos en tiempos de negociación, que es exactamente lo que los ciudadanos esperamos tras mostrar en las urnas, con poquísimas excepciones, nuestra alergia colectiva a los gobiernos y consistorios monocolor”. 

En la SER, José María Izquierdo comentaba: “Vamos a ver si nos dejamos de ensoñaciones y otras zarandajas y volvemos al mundo real, donde conviene llamar a las cosas por su nombre. Nunca, jamás, la derecha va a regalar Madrid a la izquierda. Se pongan como se pongan, hagan el pino, el sencillito, o el más complicado, el pino puente. Y déjense de ideologías y otras grandes palabras, que las cosas son más sencillas. Nada tiene que ver si fulanito –el pimpollo Rivera- es centro derecha, centro-centro o centro medio pensionista, y el jinete reconquistador –el fiero Abascal- bebe los vientos de la ultraderecha más reaccionaria. Qué va, mis queridos niños. Lo que de verdad ocurre es que el presupuesto de la Comunidad de Madrid alcanza los 20.000 millones, ahí es nada, y las grandes empresas que se han hecho, se hacen y quieren seguir haciéndose de oro con el PP, no están dispuestas, de ninguna de las maneras, a que se les acabe el chollo. Quienes han engordado hasta la indecencia su patrimonio con la sanidad y la enseñanza privada, o con la construcción de miles de adosados en terrenos recalificados, antes preferirán que les arranquen un brazo que dejar de ser los amos de la mamandurria. La izquierda solo podrá quitarles el chollo ganando en las urnas, pero un Podemos desgarrado y un inepto Partido Socialista madrileño nunca lo lograrán. Eso, lloren”.

En la COPE, Sonsoles Ónega decía: “Entramos en una semana importante, si no clave, por las reuniones de las ejecutivas de partidos decisivos. Sobre todo Cs hoy, Vox mañana. Porque va a empezar la ronda del Rey. No hoy, porque me confirman que el Supremo se pronunciará a lo largo del día sobre la decisión de dejar o no ir a Jordi Sánchez a la Zarzuela, cosa que me parece bastante insólito si se lo permitieran porque no es obligatorio el tener que ir una determinada persona, con lo cual empezará la ronda de contactos. Y algo tendrán que decirle los partidos al jefe del Estado”. 

Ignacio Camacho apuntaba: “Este cambalache -que yo coincido con vosotros que se resolverá el 15 de madrugada-, que desgasta la imagen de la política entre los ciudadanos, tiene una solución fácil, recomendable y más democrática, que se llama segunda vuelta electoral en las municipales: que decidan los ciudadanos entre los candidatos más votados”.