En Doñana hay dificultades, sobre todo por la falta de agua, como se puede ver en esta fotografía del CSIC: la laguna de Santa Olalla se ha secado por segundo año consecutivo
Doñana es una zona natural formada por un mosaico de ecosistemas (playas, acantilados, dunas, cotos, pinares, marismas, lagunas…) que albergan una biodiversidad única en Europa; situada entre las provincias andaluzas de Huelva, Sevilla y Cádiz; y se convirtió en Parque Nacional en 1969 y en Patrimonio Mundial de la Humanidad en 1994. Algunos años cobra más protagonismo que otros debido a la sequía, un problema que le afecta de forma más o menos periódica y que hace saltar las alarmas, en especial, por sus marismas, que constituyen el humedal más importante del continente europeo.
La historia de Doñana se remonta unos 28.000 años, con los primeros pobladores del Golfo de Cádiz. Alguna zona estuvo poblada en el 3.000 a.C., pero los poblamientos desaparecieron un milenio después por un tsunami, al que siguieron otros dos, no habiendo nuevos poblamientos hasta a partir del año 1.000 a.C. Entre ellos, entre los siglos II a.C. y V d.C, se fijaron asentamientos romanos que vivían de la pesca y la salazón, algo que no pasó con los pueblos visigodos y árabes. Después de la reconquista de Sevilla en 1248 por parte de los reinos cristianos, el rey Alfonso X el Sabio convirtió la zona en cazadero real; a partir del siglo XV empezó el dominio señorial y se pusieron límites y acotamientos; y tras una etapa dedicada casi en exclusiva a la caza, hacia el siglo XVIII se establecen tres usos: explotación forestal, mantenimiento de dehesas y pastos para ganado, y el coto para cazar.
En el siglo XIX empezó a surgir el interés científico y naturalista, con la publicación del Catálogo de las aves observadas en algunas provincias andaluzas que realizó el médico, antropólogo, zoólogo y geólogo Don Antonio Machado y Núñez.
En el siglo XIX empezó a surgir el interés científico y naturalista, con la publicación del Catálogo de las aves observadas en algunas provincias andaluzas que realizó el médico, antropólogo, zoólogo y geólogo Don Antonio Machado y Núñez. En el siglo XX, Doñana pasó a manos de la burguesía gaditana, se introdujeron nuevas especies de animales y pinos piñoneros, y había monterías de forma habitual. La zona atrae el interés de ornitólogos de todo el mundo que proponen en 1952 la internacionalización de la propiedad, comenzando una conciencia conservacionista que lleva a que el Estado, junto al Fondo Mundial para la Conservación de la Naturaleza (WWF), compre 7.000 hectáreas para crear la Reserva Biológica de Doñana en 1963. Seis años más tarde, en concreto el 14 de agosto de 1969, se crea el Parque Nacional de Doñana, que se ampliará después en los años 1978 y en 2004, incluyendo en este último una extensión de sus límites.
Entre los atractivos de sus distintos ecosistemas, destaca la marisma, que se inunda gracias al aporte de los arroyos y las aguas de las lluvias. Se trata de un lugar de paso, cría e invernada para más de 120 especies de aves europeas y africanas (entre ellas, ánade, cuchara europeo, cerceta, focha, chorlitejo, flamenco, cigüeñela, charrancito y fumarel blanco). La marisma dulce tiene mayor profundidad y concentra en años de lluvias normales más agua y durante más tiempo, lo que disminuye su salinidad y permite el crecimiento de vegetación; mientras que la marisma salada cuenta con zonas más elevadas donde el aporte de agua dulce es menor y por tanto, la salinidad del suelo es mayor.
Entre los atractivos de sus distintos ecosistemas, destaca la marisma, que se inunda gracias al aporte de los arroyos y las aguas de las lluvias. Se trata de un lugar de paso, cría e invernada para más de 120 especies de aves europeas y africanas
A la marisma se unen otros muchos ecosistemas, como la playa; el acantilado del Asperillo, con más de 30 metros de altura y formado por areniscas naranja y ocre debido a las aguas ricas en óxido de hierro que manan de la pared; y los denominados corrales (bosquetes de vegetación encerrados entre los cordones de dunas). También está el sistema de dunas que discurre entre Matalascañas y la desembocadura del Guadalquivir; y los cotos (con presencia de ciervos y jabalíes, y especies en peligro de extinción -el águila imperial y el lince ibérico-; variedad de árboles -alcornoques, sabinas, madroños, pinos piñoneros, etc.-, y zonas de matorral espeso que crean el llamado monte blanco -jaguarzo, jara, cantueso, romero y mejorana- y el monte negro -brezo, mirto, zarza…-).
Una vez visto lo que es el Parque Nacional de Doñana, al haberse cumplido el 54 aniversario de su creación, lo que tiene más protagonismo no es su biodiversidad sino la sequía y sus consecuencias, así como la falta de consenso político. De hecho, la Estación Biológica de Doñana ha señalado que por primera vez, Santa Olalla, la laguna más grande de Doñana, “se seca por completo dos años consecutivos, lo que demuestra la crítica situación en la que se encuentra el sistema de lagunas”, según informa La Razón. Un delicado diagnóstico con el que coincide el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), subrayando que esta situación también afecta a la biodiversidad que depende de dicho sistema.
También está el sistema de dunas que discurre entre Matalascañas y la desembocadura del Guadalquivir; y los cotos (con presencia de ciervos y jabalíes, y especies en peligro de extinción -el águila imperial y el lince ibérico-; variedad de árboles y zonas de matorral
A esta situación se ha llegado tras una década sin años de grandes precipitaciones, que ha causado la reducción de la recarga del acuífero, siendo insuficiente para contrarrestar las captaciones de agua para Matalascañas y para los cultivos de frutos rojos que hay en municipios de los alrededores del Parque Nacional. A las bajas precipitaciones se han sumado también las altas temperaturas, y aún se pueden ver los restos del espacio que arrasó un incendio forestal en junio de 2017.
En declaraciones a El Confidencial, el director del Parque Nacional de Doñana, Juan Pedro Castellano, ha referido que muchas de las plantas están completamente adaptadas a épocas de pocas precipitaciones y que el cambio climático es el principal actor de la sequía. Asimismo, ha añadido que “tanto fiarse únicamente del conocimiento tradicional del campo como centrarse solo en informes científicos no es bueno”.
El director del Parque Nacional de Doñana, Juan Pedro Castellano, ha referido que muchas de las plantas están completamente adaptadas a épocas de pocas precipitaciones
Desde hace unos meses, Doñana se ha colado también en la política con la proposición de ley del plan de regadíos del Gobierno andaluz que preside Juan Manuel Moreno (PP), a través de la cual buscan reorganizar los cultivos en el entorno del Parque Natural, en concreto 800 hectáreas de regadíos que vienen extrayendo agua ilegalmente del acuífero de Doñana. Por su parte, el director general de Espacios Naturales Protegidos de Andalucía, José Enrique Borrallo, ha subrayado que con dicha proposición de ley, el agua superficial “no va a venir del acuífero de Doñana, sino de esta cuenca de los ríos Tinto, Odiel y Piedras (trasvase que prometió el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en 2018) o de otros sistemas de desalinización o de uso terciario de las aguas depuradas”.
El consejero de Sostenibilidad, Medio Ambiente y Economía Azul y portavoz del Gobierno andaluz, Ramón Fernández-Pacheco, ha señalado que “Doñana es un humedal que no es ajeno a la situación de sequía que hoy tiene el continente” y que “lo que está claro es que esas lagunas no se han podido secar por un proyecto de ley que ni siquiera se ha aprobado, que es un papel que se está tramitando en el Parlamento de Andalucía”. De hecho, dicha proposición de ley se debatirá este mes y “va de intentar no ampliar los regadíos, sino de dar una salida a unos agricultores que desempeñan su trabajo en esa comarca para que no vuelvan a sacar jamás agua del acuífero, que el acuífero de Doñana sea solo para Doñana”, ha añadido Fernández-Pacheco.
Doñana se ha colado también en la política con la proposición de ley del plan de regadíos del Gobierno andaluz, a través de la cual buscan reorganizar los cultivos en el entorno del Parque Natural
Paralelamente, las ONG SEO/BirdLife y WWF han reiterado la “urgencia de tomar medidas sobre la gestión hídrica de Doñana, tras el informe sobre los acuíferos del año hidrológico 2021-2022 elaborado por la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir -que depende del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico-. Por su parte, la Unesco ha vuelto a apercibir a España con incluir a Doñana en la Lista de Patrimonio de la Humanidad en Peligro si no se toman medidas urgentes para su conservación y exige un plan de acción para revertir el actual deterioro hídrico de este Parque Nacional. A este organismo de Naciones Unidas le preocupa la disminución del número de aves acuáticas invernantes y que algunas especies hayan dejado de criar por la sequía prolongada y la falta de agua superficial, así como la proposición de ley del plan de regadíos. Por todo ello, la Unesco pide cumplir el Plan Especial de Regadíos de la Corona Forestal de Doñana (conocido como el Plan de la Fresa, que data de 2014 y regularizó unas 9.000 hectáreas de cultivos) y el cierre urgente de los pozos ilegales, además exige la presentación de un informe actualizado sobre el estado de conservación del Parque y las medidas que se han tomado para su protección antes del 1 de diciembre de 2024.
Más lluvias y más consenso político ayudarían a paliar el problema de la sequía en Doñana, pero mientras esto sucede podría haber otras opciones. Por ejemplo, el proyecto ‘Agua+S’ que genera tanto agua como energía y va línea de la encíclica Laudato Sí del Papa Francisco, que se centra en el cuidado del entorno natural y de las personas, y que tendrá una segunda parte que se publicará el próximo 4 de octubre. El proyecto ‘Agua+S’ se ha desarrollado en la Universidad de Málaga y entre sus participantes estás el profesor Salvador Merino, quien en declaraciones a la Cadena Cope ha defendido que “los casos más habituales que podemos resolver son aquellos donde los pantanos se sitúan a una distancia prudencial de la costa (unos 20 kilómetros), como la mayoría de las instalaciones que hay en el Mediterráneo, y también casos tan interesantes como el de Doñana, al estar junto al mar y cerca de un río”.
En concreto, se trata de “instalar una desaladora en un pantano cercano al mar que haría el agua de mar utilizable y la vertería al pantano”, dado que la desaladora necesita de mucha energía, se instalarían placas solares en una plataforma flotante en el pantano que sería autosuficiente). Como las desaladoras producen salmuera, se construiría una instalación cerca del pantano a la que se suministraría energía para transformarla en sodio, cloro, hidrógeno, el agua restante… ‘Agua+S’ parece factible porque se basa en tecnologías que ya existen, pero Merino considera que hasta ahora no se ha hecho un proyecto similar porque las grandes compañías tienen separadas las divisiones de energía y agua, al tiempo que subraya que se necesitan proyectos así para asegurar el suministro del agua en todo el planeta, sin necesidad de estar pendientes de la meteorología. Una buena idea.
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