El coronavirus está afectando a todo el mundo, donde ya existen más de un millón de casos positivos y más de 52.000 muertos, pero no todos los países se encuentran en la misma situación sanitaria y de desarrollo para afrontarlo. Es cierto que la pandemia ha dado una tregua a guerras como las de Siria, Yemen o Libia, pero también podría agravar la pobreza de los países de África.

En estos momentos, Occidente ahora se centra en hacer frente a la emergencia sanitaria dentro de sus fronteras, aunque no debe dejar de lado la ayuda humanitaria que necesitan los más países más desfavorecidos. Allí, los sistemas públicos son precarios o prácticamente inexistentes, con déficit de personal y de material sanitario; las condiciones de higiene o salubridad no son las más adecuadas; y el hambre y la pobreza campan a sus anchas. Además, esta pandemia podría agravar la tragedia humanitaria que viven países que ya son castigados por la hambruna o por graves enfermedades (cólera, malaria, etc.).

Ante la pandemia, el secretario general de la ONU, António Guterres, ha hecho un llamamiento al alto el fuego global 

Es cierto que el coronavirus ha dado una cierta tregua a algunos conflictos bélicos, que siguen causando víctimas, aunque a veces ya no aparezcan tanto en los medios de comunicación. Y es que se ha respondido al llamamiento de un alto el fuego global por parte del secretario general de la ONU, António Guterres.

Ese ha sido el caso de Siria, que lleva nueve años sufriendo una guerra que ya ha dejado más de 384.000 muertos, de los que 116.000 eran civiles -entre ellos, 22.000 niños-, según la organización no gubernamental Observatorio Sirio para los Derechos Humanos (OSDH). A esta cifra se uniría además la de 5,6 millones de personas que han huido del país a Turquía, Líbano, Jordania, Irak y Egipto. Las ciudades de Idlib y Alepo han sido las más castigadas por los enfrentamientos desde el pasado diciembre, pues cerca de 950.000 personas han tenido que huir de sus hogares, según datos de Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). Y además, está la situación de grave crisis humanitaria con 6,3 millones de desplazados internos.

Siria lleva nueve años en guerra, con más de 384.000 muertos (116.000 civiles -entre ellos, 22.000 niños-) y casi 12 millones de desplazados internos y refugiados

'No cross'. La cristofobia también llega con los refugiados sirios

El Servicio Jesuita a Refugiados (JRS), socio de Entreculturas, ha lanzado un comunicado en el noveno aniversario del conflicto sirio, mostrado su preocupación “por el inicio de las nuevas hostilidades en Siria y el impacto humano que esto tendrá” y pidiendo “la suspensión inmediata de todas las hostilidades y la protección de los civiles”. JRS también insta a las partes en conflicto a garantizar el acceso seguro a civiles y desplazados internos para las organizaciones humanitarias.

Respecto a los refugiados sirios, Turquía cuenta con 3,6 millones, y recientemente, se complicó su situación, con la apertura de fronteras, causando flujos hacia Grecia, que optó por negarles de forma temporal el derecho a asilo. Líbano acoge a 1,5 millones de sirios, pero sus condiciones de vida de estos refugiados son duras (hacinamiento, desnutrición, deficiencias en condiciones higiénicas y de salubridad, inseguridad, carencia de derechos básicos) y el gobierno del país les considera como desplazados, por lo que quedan fuera del trabajo legal (excepto en agricultura, construcción y medio ambiente) y no tienen acceso a oportunidades ni a servicios básicos.

En Yemen, la guerra ha agravado la situación de uno de los países más empobrecidos del mundo: 10 millones de personas están al borde la hambruna y 7 millones sufren desnutrición 

Otro conflicto bélico de Oriente Medio, el de Yemen, dura ya cinco años y ha dejado más de 100.000 muertos. Pero en este caso la guerra se da en uno de los países más empobrecidos del mundo, donde el 80% de la población necesita ayuda humanitaria, pues 10 millones de personas están al borde de la hambruna y siete millones sufren desnutrición. El enviado especial de Naciones Unidas para Yemen, Martin Griffiths, pidió el pasado 12 de marzo una reducción de los enfrentamientos para alejar al país del “precario camino” al que se dirige, advirtiendo de que se trata de “un punto crítico”. Además, tanto las agencias de la ONU como las ONG han advertido de la total falta de medios del país para hacer frente al coronavirus cuando aún está luchando contra el cólera y la desnutrición.

Tanto Siria como Yemen son dos países que se han convertido, desgraciadamente, en tablero de juego de las potencias internacionales y de fuertes intereses geoestratégicos. Una vez más, los más perjudicados son su población civil. Y de Oriente Medio pasamos a África.

En el sur de África, cerca de 45 millones de personas padecen hambre tras una fuerte sequía y los dos ciclones que sufrieron el año pasado... y ahora llega el coronavirus: ya hay más de 7.000 víctimas en el continente 

Delicada situación alimentaria para las personas en estos dos países, que junto a Zambia, concentran el 75% de la población del sur de África en crisis alimentaria

En Libia se vive en guerra civil desde hace cinco años, aunque las protestas y otros enfrentamientos empezaron mucho antes, que ya ha dejado más de 8.000 muertos y más de 140.000 desplazados. Mientras en otros muchos países (Níger, Nigeria, Chad, Burkina Faso…), los yihadistas no han frenado sus ataques violentos, a pesar de la propagación del coronavirus. Esta pandemia ha entrado ya en uno de los continentes más pobres del mundo, donde ya ha provocado más de 7.000 víctimas mortales, y Sudáfrica es el país más afectado (más de 1.400 muertos).

El Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas ha negociado un corredor humanitario para mantener la ayuda humanitaria en el sur de África después de que muchos países cerraran sus fronteras para intentar detener la propagación de la pandemia. Y es que cerca de 45 millones de personas en esta zona están sufriendo hambre tras una fuerte sequía y los dos ciclones que sufrieron el año pasado. Un corredor que podría evitar que esta crisis se agrave por el coronavirus en países donde hay pobreza, deficiencias sanitarias, etc.