Este Mundial de Catar, que el jeque Tamim bin Hamad Al Thani, sin despeinarse, ha bautizado, en la ceremonia de apertura, como el Mundial de la Diversidad, me están quitando las ganas de seguir a 'la Roja', de la que siempre he sido muy devoto.

Al menos por dos razones: por la hipocresía progre exhibida en Doha y por la actitud del seleccionador nacional, Luis Enrique.

Lo primero es más grave, ciertamente. ¿Así que hay que boicotear el Mundial de Catar porque no respeta los derechos humanos? ¿Y a China no hay que boicotearle? Pues con China y en China, no parece que tengamos el menor problema para participar en cualquier tipo de competición deportiva... y se trata de la mayor tiranía del mundo.

Un cainita, como Luis Enrique, no debería ser seleccionador nacional de fútbol. Por eso, porque la selección es 'nacional'

Por cierto, también: en el Mundial se habla de Catar como depredador de los derechos humanos pero ni se menciona la persecución catarí a los cristianos que, como en casi todo el mundo islámico, así como en China, son perseguidos, torturados, asesinados, silenciados... ¡por el simple hecho de creer en Cristo.

Además, en el caso catarí, ¿no les queremos a ellos pero sí a su dinero? Mismamente, son el principal accionista de Iberdrola y lo han sido, hasta anteayer de El Corte Inglés y de otras muchas empresas del IBEX, pero eso no parece molestarnos. Es más, el jeque Al Thani fue recibido con todos los honores en España por el Gobierno progresista, feminista, diverso y sostenible, de don Pedro Sánchez Peréz-Castejón.

Y luego está lo de los derechos humanos que según los medios occidentales conculcan los cataríes: mujeres homosexuales y obreros. Por ese orden, naturalmente. Lo de los gays tiene su aquel, por cuanto no he visto a ningún poder occidental respetar lo que el Islam asegura sobre la homosexualidad, castigada penalmente, cosa que no hace el cristianismo, que condena los actos homosexuales como contrarios a la naturaleza pero no lo considera materia penalmente punitiva. Vamos, que el Catecismo condena la homosexualidad pero ordena tratar con respeto, y hasta con afecto, al homosexual.   

A Luis Enrique no le gusta el Real Madrid, uno de sus anteriores equipos. Eso no me preocupa pero sí que utilice el cargo como venganza personal

¡Pero qué hipócrita es nuestro Occidente progresista!

Ahora miremos de puertas adentro. El seleccionador española, Luis Enrique, natural de Gijón, lo cual explica más de una cosa a los que somos de Oviedo, no le gusta el Real Madrid, su antiguo equipo y se dedica a vengarse del equipo de Florentino Pérez, donde militó pero ¡qué le vamos a hacer!, no le gusta.

Sus estúpidas ansias de venganza hacen que, ahora mismo, me disguste seguir a la selección de fútbol, a la Roja, de la que, siempre he sido muy devoto.

Eso sí, en el Real Madrid tampoco hay mucho jugador español donde elegir pero sí que hay alguno. Alaba Luis Enrique a Marco Asensio, uno de los dos jugadores del Real Madrid seleccionados por Luis Enrique y uno sospecha que lo hace porque el Real Madrid quería echarle, no por otras cosas.

En resumen, el Mundial de Catar ha puesto de relieve al menos dos cosas: el hipócrita progresismo occidental y el ligeramente repugnante cainismo español. Créanme, un cainita no debe ser seleccionador nacional.

Y mucho menos si es de Gijón y no de Oviedo, por supuesto.