El presidente nicaragüense, Daniel Ortega, uno de los bichos más venenosos que pululan por la escena internacional, ha emitido un comunicado oficial contra España que no es otra cosa que un libelo. El titular de Exteriores español, José Manuel Albares, ha respondido con una ‘durisima’ medida: llamar a consultas a muestra embajadora en Managua: El sandinismo, una de las variantes más infames de la infame teología de la liberación, tiembla.

Venezuela, Cuba, Nicaragua, México, Perú… denigrar lo español se ha convertido en el ideario de cabecera en la Hispanoamérica del siglo XXI

Lo cierto es que Nicaragua está regida por un asesino que nada tiene que envidiar a los hermanos Castro o a los oligofrénicos de Hugo Chávez y Nicolás Maduro, o al majadero de Evo Morales o, ahora, al títere de Pedro Castillo Terrones.

Les hemos llamado bolivarianos, pero no dejan de ser neocom (nuevos comunistas, de corte podemita) e indigenistas. Bueno salvo Raúl Castro que de nuevo tiene poco. Ya saben: vinieron los españoles hicieron un genocidio, destruyeron benéficos imperios como el azteca, el maya o el inca, nos robaron el oro y la plata y nos dejaron pobres para siglos.

El indigenismo neocom crece en Iberoamérica y se muestra cada vez más agresivo ante una débil y guerracivilista España

En Venezuela, Cuba, Nicaragua, México, Perú… denigrar lo español se ha convertido en el ideario de cabecera en la Hispanoamérica del siglo XXI.

El indigenismo neocom -neocomunista- crece en Iberoamérica y se muestra cada vez más agresivo ante una débil y guerracivilista España. Encerrada en su estúpido enfrentamiento interno y aplaudiendo como papanatas a un Nuevo Orden Mundial (NOM), de raíz anglosajona y calvinista, que utiliza a la Hispanidad cristiana tanto como la desprecia.

La madre patria está obligada a hacerse respetar, de nuevo, en Hispanoamérica. También por el bien de una degradada Iberoamérica. ¿La solución? Primero, enseñar los dientes y segundo recristianizar la hispanidad

La madre patria, o sea, España, por si lo habíamos olvidado, está obligada a hacerse respetar, de nuevo, en Hispanoamérica. También por el bien de una degradada Iberoamérica. ¿La solución? Primero, enseñar los dientes. No es lógico estar ayudando a quien nos injuria y desprecia. y segundo recristianizar la Hispanidad.

Porque el origen del mal es el mismo: descristianización de España, que ha olvidado el Codicilo de Isabel I que marcó la impronta de la conquista de América: el indio era hijo de Dios y como tal debe ser tratado. Hay que civilizarle y sacarle de la barbarie.

El origen del mal es el mismo: descristianización de España, que ha olvidado el Codicilo de Isabel I, y la descristianización de sus antiguas colonias, dominadas hoy por un indigenismo marxista que revive la estúpida leyenda negra

Lo que ocurre hoy es una descristianización acelerada tanto de la metrópoli, España, como de las antiguas colonias, que fueron más bien provincias, dominadas hoy por un indigenismo marxista que revive la estúpida leyenda negra.

Y a Daniel Ortega, no estaría de más que alguien le enviara una cañonera, como en los viejos tiempos. Por el bien de los nicaragüenses, digo.