Dos noticias que dan cuenta del polvorín iraní, un régimen fundamentalista, totalitario y, encima, con ansias nucleares.

Por una parte, el Estado Islámico ha reivindicado el asesinato de al menos 15 personas en un atentado contra un santuario chiíta en Irán. No hay de que extrañarse, el mundo musulmán se divide entre sunitas regidos por Arabia y chiítas regidos por Iran. Y los salvajes del Estado Islámico son sunitas, no chiítas. 

Por otro lado, ya son 250 los manifestantes asesinados en las protestas por la muerte de Mahsa Amini, la joven golpeada en una comisaría de policía por llevar mal puesto el velo, que no por no llevarlo. En la reciente peregrinación ante su tumba, se calcula que las fuerzas de seguridad del régimen asesinaron a varias docenas de personas.

En definitiva, entre una cosa y otra, Irán se ha convertido en un polvorín, Teherán no renuncia a la bomba nuclear y ni una mínima rebaja en la crueldad del régimen.

Pero no pierdan de vista el asunto: sunitas contra chiítas.