El origen del incremento en la criminalidad de EEUU radica en la irrupción de la violencia callejera por parte del movimiento marxista Black Lives Matter (BLM) y del grupo anarquista Antifa, que llenaron de terror las calles de EEUU y ejercieron de guerrilla callejera contra el entonces presidente Donald Trump, aupados bajo el manto del candidato presidencial del Partido Demócrata, Joe Biden, y de su formación política, así como de la progresía mediática.

La estrategia de socavar a Trump fue un éxito para estos violentos grupos. Sin embargo, tras la llegada de Biden a la Casa Blanca, estos fanáticos radicales se han convertido en los nuevos legisladores en la primera potencia mundial, y han apadrinado el movimiento “defund the police” (“retirar la financiación de la policía”) que ha logrado que, las principales ciudades del país con ejecutivo demócrata hayan adoptado medidas para eliminar la dotación y recursos de las fuerzas y cuerpos policiales. La última en sumarse a la ola legislativa antisistema ha sido la ciudad de San Francisco, donde su alcaldesa, la demócrata London Breed, ha anunciado un recorte de 120 millones de dólares en el conjunto del presupuesto total de las fuerzas y cuerpos de seguridad.

En Nueva York, la tasa de homicidios se ha incrementado en el último año en un 48%, en Atlanta un 58%, en Chicago un 33% y en Los Ángeles un 36%. Pero sin duda, el premio gordo de esta oscura lista se lo lleva Portland (+800%)

Como era previsible, las medidas ácratas de la nueva progresía han llevado a las mayores tasas de criminalidad del país en los últimos tiempos. La situación es especialmente grave en las ciudades más pobladas del país, epicentro de la violencia de BLM y Antifa. Así, en Nueva York, la tasa de homicidios se ha incrementado en el último año en un 48%, en Atlanta un 58%, en Chicago un 33% y en Los Ángeles un 36%. Pero sin duda, el premio gordo de esta oscura lista se lo lleva Portland, el patio de recreo de Antifa y BLM, donde los asesinatos se han incrementado en un 800% durante el último año.

La preocupación crece día a día entre la población estadounidense y ya son dos tercios de sus ciudadanos los que consideran que la criminalidad ha incrementado y casi la mitad de los americanos consideran que es el principal problema del país actualmente.

Por supuesto, el presidente Biden ha eximido de responsabilidad a sus aliados callejeros de BLM y Antifa y ha responsabilizado a las “armas de fuego”.

 Y sí, aunque no lo crean, también desde la Casa Blanca, la secretaria de Prensa Jen Psaki, ha acusado a los republicanos de ser “el partido que persigue eliminar la financiación de la policía”. La confusión demócrata es tal que Psaki parece olvidar cuál es la postura de su propio partido y alcanza el mayor nivel de hipocresía política conocido.

El presidente Biden ha eximido de responsabilidad a sus aliados callejeros de BLM y Antifa y ha responsabilizado a las “armas de fuego”

Ese pico de oro que es la portavoz de Biden debería recordar que el año pasado, el senador republicano por Carolina del Sur, el afroamericano Tim Scott, planteó una reforma policial para luchar contra el crimen sin eliminar la financiación de los cuerpos policiales, que fue bloqueada por los demócratas.

Pero el circo demócrata no cesa. Por un lado, el presidente Biden exculpa a Defund the Police, Antifa y BLM y acusa a las armas de fuego, su portavoz señala a los republicanos y, atención, la congresista antisistema por Nueva York y principal referente ideológico actual de los demócratas, Alexandria Ocasio Cortez, asegura que no existe un incremento de la criminalidad y lo achaca a la “histeria colectiva”.  No sé cuál de las tres reflexiones es más brillante, decidan ustedes.

La obsesión “antipolicial” demócrata no solo está generando rechazo en la población general sino también incluso entre los habitantes de Estados tan progresistas como California. Así, en la propia San Francisco, el 76% de la población reclama el aumento de los efectivos policiales ante el grave incremento de la criminalidad. Quizás su alcaldesa debería tomar nota de ello.

Y, en Oakland, la ciudad vecina de San Francisco, el jefe de la policía de la ciudad, LeRonne Armstrong, afroamericano, ha denunciado que en su ciudad “el crimen está fuera de control y que la única respuesta del Ayuntamiento es menos policía”. Y ha continuado señalando que “sin recursos, difícilmente la policía podrá garantizar la seguridad de Oakland”.

Tras solo seis meses en la Casa Blanca, Biden lleva a EEUU a la mayor crisis de criminalidad de los últimos años. ¡Bravo Joe!