20 años después la justicia le da la razón a Alfredo Urdaci. Probablemente no le valdrá de nada pero sorprende que los propios medios, empezando por RTVE, se estén encargando de ocultarlo. Y no deberían porque, o escarmentamos en Urdaci o el siguiente podría ser cualquiera
La justicia lenta no es justicia. Ha tardado 20 años en darle la razón al periodista Alfredo Urdaci, en su pulso con RTVE, que, en teoría debería reingresarle. Sólo que ha tardado 20 años y claro, una justicia lenta es muy poco justa. Además, es cierto que se trata de un dictamen sobre su excedencia, pero a nadie se le oculta que detrás de ese fallo se esconde el caso Urdaci: una persecución de un periodista sin complejos -quizás porque Urdaci procedía de la izquierda- frente a la manipulación progresista del periodismo. Ya sabe: aquel que no piense como yo es un ultra. Por tanto, no tiene sitio en democracia, no tiene derecho a ser escuchado.
El caso es que el vanílocuo de Zapatero decretó una de las persecuciones más salvajes, profesional y personal, contra un periodista crítico con el PSOE. Un periodista, encima, que no era sólo un reportero sino que era lo suficientemente culto y tenía la cabeza lo suficientemente bien amueblada como para resistir los argumentos vacuos con los que suelen plantearse este tipo de campañas de desprestigio. Quiero decir que Urdaci era un tipo mucho más inteligente que sus perseguidores que, por ejemplo, Rodríguez Zapatero.
Recuerden los tiempos: ZP es un discreto funcionario del partido que, sólo por casualidad, como Sánchez, llega a la cúspide y del que -como Sánchez- sus compañeros de partido se burlan.
Pero entonces, la fortuna le sonríe: alguien, probablemente con aspecto marroquí, asesina a 193 españoles en el mayor atentado terrorista de la historia de España, tres días antes de las elecciones y, tras una brillantísima manipulación de Rubalcaba, el que iba a perder según todas las encuestas (¡Anda como Sánchez en el 23-J) gana el 14-M y se convierte en presidente. Insisto: tras una feroz manipulación socialistas, consistente en acusar a la derecha de ser la autora de la manipulación.
Recuerden que la historia del PSOE puede resumirse es esta frase: dime de qué acusas y te diré de qué eres culpable.
Pues bien, a Urdaci se le ha perseguido de forma miserable. La campaña del PSOE llegó a tal punto que afectó a sus hijos, insultados en el colegio por apellidarse Urdaci. Ahora, insisto, 20 años después, la justicia le da la razón, aunque sea en parte, y el antiguo director de informativos de RTVE vence a sus enemigos.
Probablemente no le valdrá de nada pero sorprende que los propios medios, empezando por RTVE, se estén encargando de ocultarlo. Y no deberían porque, o escarmentamos en Urdaci o el siguiente podría ser cualquiera.