María Jesús Montero sale acompañada de Nadia Calviño. Curioso, sale acompañada, solamente, por Nadia Calviño. Ni Montero, que ha organizado un ‘brifing’ posterior en su ministerio, donde sólo invita a periodistas feministas y feministos, ni Miguel Iceta, con sus 300.000 nuevos funcionarios. Decimos que tampoco comparece Irene Montero, con su sí es sí, otra de sus chifladuras sexuales. Como si el respeto a la mujer dependiera de un ‘sí’ expreso que, por razones obvias no se plantea jamás. Es el anteproyecto de Ley de Libertad sexual: pero no está Irene, ¡Que cosas! Un piropo es un acoso y naturalmente, la mujer no acosa jamás al hombre, sólo el hombre a la mujer.

Vicepresidente Nadia Calviño: ¿para qué convoca ruedas de prensa si nunca responde? Sí, el Gobierno va a aumentar las cuotas sociales, ergo aumentará el paro y la economía sumergida

La ley de Irene Montero sobre libertad sexual recuerda el viejo adagio de “prefiero el malo al tonto, porque el malo descansa”. La semana pasada la ley trans, hoy la ley del sí es sí. Nunca el BOE albergó tamañas majaderías en tan corto espacio de tiempo. Y, sobre todo, majaderías innecesarias. Como ya hemos dicho en Hispanidad, la ley del sí es sí, no cambia nada porque siempre el consentimiento -sólo faltaba- ha marcado la frontera entre un acto legítimo (que no sólo lícito, recuerden la prostitución) o ilícito en el sexo entre personas libres.

Lo que supone esta ley feminista no es más que otro coladero para desaprensivas y una nueva marginación del varón. Una norma surgida del tontorrón “yo sí te creo hermana”. Pues yo así como así, no te creo: te pido que me demuestres las cosas, como en todo juicio justo.

Añadan a eso las habituales guindas ñoñas, con Cristina Almeida repitiendo que le ofenden mucho los piropos que le sueltan por la calle. Sí, hasta un piropo puede ser un acoso según esta norma. En cualquier caso, varón: cuidado con lo que haces. Lleva una libreta a la discoteca, con sellos donde aparezca un ‘sí’ muy grande, Y antes de nada, que lo firme la susodicha. Con dos testigos.

Miren ustedes, nadie dice sí pero todo el mundo sabe cuándo hay libre consentimiento y cuándo no, sin que nos lo tase la señá Irene.

Pero hay algo mucho más grave: la ministra de Igualdad, quien se grabó su propia explicación ante las cámaras de TV, para no coincidir con la vicepresidente ‘Nadie’. En esa grabación nos dice que la mujer ya no tendrá que demostrar que fue agredida. ¿Cómo? ¿Qué quiere decir, que su palabra inmaculada basta para condenar al hombre a muchos años de cárcel? Esto es de broma, ¿no? O sea, que Ana dice de Pepe: “Me ha violado”, Y entonces el juez decide que Pepe ha violada a Ana. Así, sin ulteriores diligencias. Al trullo, Pepe.

Pues no. No es que no deba ser así, es que no puede ser así… por más que la señora ministro de Igualdad insista en que “ya no tendrás que demostrar nada”. Y si así fuera, insisto: ¡menudo coladero para desaprensivas y sinvergüenzas varias!

Una violación de una mujer constituye un hecho gravísimo, una de las mayores ofensas que se pueden hacer a un ser humano. Inventárselo es una de las peores calumnias que se pueden atribuir. Todo demasiado serio como para que no tenga que ‘demostrarse’: ya lo creo que hay que demostrarlo.

María Jesús Montero, la mujer -y el hombre- que mejor miente de toda España, verdadera virtuosa del embuste, se desliza cuando habla de la muerte a golpes de Samuel Luiz, en La Coruña. Anima a protestar, a “visibilizar” la indignación popular, a proteger a la minoría gay, todos unidos contra el asesinato de Samuel… pero preguntas de Hispanidad sobre si el Gobierno ya ha decidido si le mataron por ser homosexual, Marisú retrocede, habla de ‘presuntamente’ y acude en socorro de lo que han dicho los testigos a la prensa. ¡Marisú: eso es poco serio!

Pero, sin duda, mucho peor resulta lo de Nadia Calviño. Yo no sé porqué la vicepresidente segunda, máximo responsable de la política económica acude a ruedas de prensa: jamás responde a lo que le preguntas y, encima miente sin la gracia y salero de Marisú.

¿Reforma de pensiones? Ganar tiempo con una gran mentira, porque el sistema resulta insostenible

Calviño tiene una muletilla bastante borde: “como ya he dicho anteriormente…”. Mentira, no lo has dicho. Le pregunto si el Gobierno se plantea quitar las cuotas a los perceptores -y dadores- del SMI y me dice que todavía no han decidido si subir el SMI: ¿qué tendrá que ver una cosa con otra?

Le pregunto si van a subir las cuotas sociales -que sí, que las van a a subir- y me responde que ya las ha subido a los autónomos… que se habrían “beneficiado” de ello. ¿Beneficiado? Eso que se lo cuente a Lorenzo Amor. ¿Qué es lo que ocurre? Pues que este Gobierno de descerebrados va a subir las cuotas sociales, la principal barrera por la creación de empleo y principal multiplicador de economía sumergida.

Nada que ver con Marisú. Montero hay que retorcerle el brazo para que suelte información pero cuando suelta un embusta, lo hace con tamaña donosura que hasta la mentira se convierte en bella arte.

Y así, miente cuando afronta otro aprobado del Consejo de hoy: la reforma de las pensiones. Sí, mantendrán el poder adquisitivo pero el sistema se hace insostenible a medio plazo. Sólo que Pedro Sánchez trabaja a corto plazo y nada más. Ahora les dice a los pensionistas que no perderán poder adquisitivo, sabiendo que, de seguir a este ritmo, en pocos años, ni podremos pagar las pensiones ni podremos pagar la deuda… emitida, con intereses, para pagar las pensiones.

Iceta: la cuestión no es cómo convertir a temporales en fijos sino en reducir el número de funcionarios, tanto fijos como temporales

Un país que paga a sus jubilados con deuda es como una madre que alimenta a sus hijos con un crédito bancario: ese país está quebrado, esa familia está quebrada.

Finalmente, la gran obra de Miguel Iceta, asimismo otro no-presente. Convierte a 300.000 interinos en funcionarios a través de unas oposiciones a medida. Y no dudo que no sea justo, pero la cuestión no es cómo convertir a temporales en fijos sino en reducir el número de funcionarios, tanto fijos como temporales. Fue una de las pocas cosas que hizo bien el Gobierno Rajoy. Eso y la reforma laboral de Fátima Báñez.