Begoña Gómez solicitó, el lunes 6, el archivo de la causa del juez Peinado contra ella porque necesita mantener la primigenia idea de que ella es inocente de toda culpa, la misma idea que mantiene su esposo, el presidente del Gobierno: no ceder ni un adarme. Sabe que eso es imposible, pero ya no puede bajarse de esa silla porque, también sabe que Peinado sólo es el comienzo de los dolores. Luego viene el Supremo.
A ver si nos metemos en la cabeza que no estamos hablando ni de la corrupción de Begoña, ni de la de David... ni la de Koldo, Cerdán o Ábalos: hablamos de la corrupción del Sanchismo.
En 45 años de democracia nunca se había visto una campaña de insultos contra un juez como la sufrida por el juez Peinado a manos del PSOE y sus medios acólitos
Si el abogado de la esposa del presidente del Gobierno, Antonio Camacho y ella misma, y toda Moncloa, hubiese actuado con una migaja de humildad y hubiesen colaborado con el juez, en lugar de insultarle, todo los casos por los que Begoña Gómez va a ser juzgada por un jurado -Air Europa y África center son cosas mucho más graves- se habrían subsanado y habrían terminado en fuerte reprimenda y nueva regulación del papel de las segundas damas del país. El principal pecado, en las causas vista hasta ahora, de Begoña Gómez es que se empeñó en ser el centro de atención, cuando no tenía ni las condiciones ni el derecho a serlo.
Pero no, a Begoña Gómez le han convencido de que ella es la presidenta y por tanto, no sólo inocente sino, además, inimputable.
Encima los lameculos de su esposo han desatado la mayor persecución, la campaña más feroz en 45 años de democracia contra un juez... así que, este ha decidido que, si no queréis caldo, debéis tomar dos tazas.
Y así, mientras Begoña Gómez mantiene su absurda postura de que "no hay nada" -sí que hay algo-, otro argumento del profundo argumentario de los servicios de propaganda de Moncloa, la acusación particular ya ha pedido al juez que testifique Sánchez, con muchas más pruebas de las que enfrentaba cuando el numerito de su primera testificación en Moncloa.
La situación es grave pero, en el entretanto, un extraño regocijo reina en toda España: todos nos divertimos mucho con los sobres, las lechugas y las chistorras
Y este no es el último paso. El próximo mojón será la imputación -con suplicatorio incluido- del presidente del Gobierno. Por de pronto, la acusación particular pidió, el mismo lunes 6, una nueva testifical del presidente.
Con toda coherencia, dado que si Begoña Gómez recomendó a Barrabés u obtuvo una cátedra en la pública Complutense, o el favor de empresas como Telefónica e Indra fue, sencillamente, porque actuaba como esposa de presidente del Gobierno y a ver quién era el guapo que se atrevía a negarle algo. Si hubiese sido un poco más discreta... porque ella no había sido elegida en las urnas.
A todo esto, ¿dimitirá Pedro Sánchez? ahora menos que nunca. Sería desarmarse y convertirse en un reo común. y de la imputación a la condena, en su caso, puede haber poco trecho.
No sé cuánto tiempo permanecerá don Pedro en Moncloa: lo que sé, cuando se vaya, habrá destrozado, no las instituciones políticas, sino algo mucho más grave: la confianza de ciudadano en esas instituciones, empezando por el Gobierno. Y eso es más grave. Es cuando el asunto pasa de quién debe mandar a quién manda.
Mientras tanto, un extraño regocijo reina en toda España: todos nos divertimos mucho con los sobres, las lechugas y las chistorras.











