Los voceros de Moncloa no dejan de repetir que la sentencia del Tribunal Constitucional es un error porque el estado de alarma, decretado por Pedro Sánchez el 14 de marzo de 2020… “salvó vidas”. Pues bien, repitan conmigo: durante la primera oleada del coronavirus, la verdaderamente letal, la de la primavera de 2020 España sufrió más muertos por habitante que cualquier país comparable. Más incluso que Italia, quien tuvo un confinamiento tan severo como el nuestro, y más -esto es importante- que cualquiera de los países que no resultaron infectados. Más que Estados Unidos o Brasil, que en RTVE nos los ponían como ejemplo del desastre. Más muertos que Alemania, que Inglaterra, que Francia, que Austria, que Holanda. En el mundo, sólo nos superó Perú.

Eso sí, según Echenique, éramos el sexto de Europa: por delante estaban San Marino, Andorra, El Vaticano... estados de lo más comparables con España.

Un mayor liberticidio en materia de restricción de libertades no produjo, durante la letal primera oleada, menos muertos, sino más

Digo que es importante por cuanto un mayor liberticidio en materia de restricción de libertades no produjo menos muertos, sino más. El confinamiento salvaje no es la solución, suponiendo que existiera o exista solución definitiva alguna. Por tanto, Pedro Sánchez no salvó vidas, antes al contrario, provocó muertes.

Y la otra gran mentira del momento es acerca de la sentencia del TC. La sentencia se centra, como casi todas las sentencias, en la forma, no en el fondo. Lo que dice es que Sánchez debió promulgar una estado de excepción, porque con el simple estado de alarma no se pueden prohibir derechos fundamentales. Algo que, en marzo de 2020, le dio a todo el mundo, por activa y por pasiva. Y no es que el estado de excepción fuera menos eficaz contra el virus: si nos atenemos a lo de menos libertad, menos virus -que es falso- el enclaustramiento domiciliario y el cierre de toda actividad habría reducido las muertes… lo que no ocurrió.

¿Por qué, pues, no intentó Sánchez el Estado de Excepción que, además, habría conseguido? Pues muy sencillo, porque hubiera tenido que contra con la oposición y él ya saben: “el Pichi no pide favores. El Pichi no se cae, se tira”.