Ahora bien, pueden arruinar o encarcelar a decenas de periodistas que escriben medios interneteros pero no a millones de ciudadanos que hablan en Internet. No hay cárceles para tantos
Corre por la red y la verdad es que tiene gracia: "Próxima frase de Pedro Sanchez: 'En mi país hay libertad de expresión, pero no puedo garantizarle a nadie la libertad después de la expresión'".
El Sanchismo sigue adelante con su ataque a la prensa independiente de Internet. O sea, a los tabloides digitales. Pero ya hemos dicho en Hispanidad -y habrá que repetirlo cienes y cienes de veces, porque la gente no parece reaccionar- que el problema es que cuenta con el apoyo de los grandes editores, de los multimedia, de los señores de la prensa que están deseando quitarse de encima la competencia de los "pigmeos" de Internet.
Y así, el ególatra de Sánchez continúa adelante sin temor: se preparar para cercenar cualquier tipo de crítica, utilizando el embuste del bulo y el fango -cualquier crítica a don Pedro es bulo y fango-, una campaña que, insisto, se produce en medio del escándalo de que las asociaciones de la prensa, presuntamente dedicadas a defender la libertas de los periodistas y, sobre todo, de los grandes editores, apoyen el ataque el ataque a la prensa de don Pedro Sanchez. Lo que demuestra, dicho sea de paso, la subordinación de las asociaciones de la prensa a los Señores de la Prensa. La APM y compañía se han convertido en sindicatos que actúan al dictado de la patronal.
Eso sí, puedes acabar con la prensa independiente de Internet pero no con el periodismo ciudadano, el de las redes sociales. No hay cárceles para tantos
La situación es desesperada... pero no grave. Moncloa puede arruinar a los pequeños medios, y eso es bueno para los grandes editores, pero con ello no harán otra cosa que potenciar el periodismo ciudadano de las redes sociales... y eso no es bueno para el Gobierno.
Contra el periodismo ciudadano sólo pueden cerrarle la boca utilizando otro megaembuste contemporáneo: los delitos de odio. Ahora bien, pueden arruinar o encarcelar a decenas de periodistas que escriben medios interneteros pero no a millones de ciudadanos que hablan en Internet. No hay cárceles para tantos.