En la actual existencia, de la actual sociedad,
publicar a los cuatro vientos nuestra historia,
narrando nuestras últimas peripecias,
es alcanzar la existencia de la gloria;
aunque su efímera permanencia,
nos convierta en siervos, de la última necedad.

 

Ya no se cree, ni en la vida eterna,
ni en el pasado, ni en la posteridad,
y perdemos la cabeza en todo lo digital.
Y al cantar la propia gloria, nos condenaremos
a la fugacidad, como cadena perpetua; 
que del poema, su paciencia, prohibirá.