Interior de la iglesia del Santo Sepulcro, edificada sobre el lugar donde según la tradición fue enterrado Jesús
Tu muerte es tu mayor obra de Amor,
en la que siendo Dios descendiste,
y la humanidad hacia Ti, elevaste,
reconciliando al hombre con tu Amor;
siendo luz que a los pueblos ilumina,
camino de esperanza hacia la Vida,
descansando mi carne en esa espera,
y mi alma en ese Amor, se consuela.
Y al tercer día el sepulcro vacío se encontró…
Y a quien ser la roca se le confió,
donde la Iglesia firme, se asentó,
es primer testigo de Tu Resurrección.
Causa que en secreto se desarrolló,
entre el Hijo y el Padre, un solo Dios.
Indescriptible proceso, lleno de Amor,
que por su similar naturaleza,
escapa a la humana experiencia.
“Sí, vengo enseguida”. ¡Ven Señor Jesús!
Y surge la oración enamorada,
en un grito lleno de esperanza,
en la ciudad que está asediada,
oprimida por tantas amenazas,
que espera del Amado, su llegada;
con el poder de romper el asedio,
y traer la salvación que el alma anhela,
y que solo Él, al hombre, puede dar.