¡He aquí la esclava del Señor!  Exclamó.
Lo que una Eva, la primera, destruyó,
otra Eva, Virgen, como esclava redimió,
por el hecho de ser, la Madre de Dios.

 

De esa maternidad, de dignidad infinita
la humillación de una esclava llenó,
y a todas las madres, hasta el cielo elevó,
a causa del bien infinito, que es Dios.

 

Hoy esclavas no quieren ser, y libres parecer,
despreciando la maternidad y su quehacer,
cayendo en una esclavitud de desolación,
donde el placer, no llenará el vacío de Dios.