Madera oscura, tronco ancho, avejentado,
con manchas y costras de color indefinido,
tajo siniestro sobre plataforma elevado.
Que conservas restos, de huesos humanos,
sangre y cabello de hombres y mujeres,
que su cabeza en ti, apoyaron.
 
Donde no hace mucho, más bien poco el tiempo,
en que nueva cabeza ha rodado.
Y no es de ladrón, rufián u otro desgraciado,
sino de noble Canciller, en desgracia caído,
al que un Rey que se decía su amigo,
mandó ejecutar por no ceder a su capricho.
Y defender su fe, sus creencias y lo justo,
sin por ello ofender, ni traicionar a su Rey,
al amigo.
 
Tronco ancho, avejentado, tajo siniestro
donde una vida se segó, la terrena,
alcanzando otra Vida y la gloria eterna.

 

 

*Del Poemario inédito: Treinta poemas de amor y fe