Giorgia Meloni ha suprimido la Renta de Ciudadanía (nuestro Ingreso Mínimo VItal, IMV) a las familias pobres italianas. La prensa española se ha rasgado las vestiduras porque encima la muy fascista, lo ha hecho por SMS.

La verdad es que el teléfono se ha convertido en un sistema mucho más directo de encontrar a la gente que el correo, por cuanto los buzones de correo empiezan a ser material de segunda división. Sin embargo, miren por dónde, hasta los más pobres tienen teléfono.

Decía que Meloni ha decidido suprimir a una 170.000 familias con escasa renta, una sopa boba de unos 780 euros. 

Pero ojo, no a todas las familias, sino que se les ha eliminado a aquellas donde no existan personas dependientes. Por ejemplo, si existe en casa un menor, un discapacitado o un anciano, la percepción se mantiene.

Lo que ha hecho Meloni no es una crueldad sino una cuestión de justicia. Trata de cortar la sopa boba, que en toda Europa buscan aquellos que prefieren vivir sin dar golpe: el que no trabaja que no coma. Por cada euro que pagamos a un receptor hay un aportador que lo financia. 

Meloni dice que el Estado tiene que dar trabajo, no limosna, a los necesitados: servidor aplaude. 

¡Bien por Giorgia!