Con la afición que los periodistas sentimos hacia el tópico, las informaciones sobre el tiroteo en una escuela-iglesia católica de Minneapolis se han enmarañado en el fácil acceso a las armas de fuego en Estados Unidos. Es decir, que poco menos que el culpable de los asesinatos es Donald Trump y asunto concluido. 

A la espera de saber los motivos por los que el asesino se ha cargado, por de pronto, a dos niños, creo que independientemente de su condición mental, estamos ante un caso de cristofobia y de cristianofobia, todo a un tiempo. Y también, en paralelo, ante una muestra de aversión a la inocencia de la infancia, otro de los signos del mundo actual -la aversión al débil y al improductivo- en una sociedad que, por pura casualidad, naturalmente vive un fenómeno creciente de odio a Cristo y a los cristianos, dentro de una de las persecuciones más duras de los últimos siglos: la que se vive ahora mismo contra el Cuerpo Místico de Cristo. 

El asesino disparó durante la celebración de la Eucaristía, contra los asistentes a una misa, no contra alumnos en un aula. Y disparó indiscriminadamente pero contra un aforo repleto de menores y de padres de menores. Insisto: Cristofobia, cristianofobia y aversión a la infancia, es decir, ala humanidad más inocente.

Apuesto doble contra sencillo en los próximos día se nos dirá que el tipo estaba como un cencerro, resentido porque había sido antiguo alumno -a lo mejor algún cura le miraba de forma libidinosa- que actuó a sí porque estaba loco... y algunos volveremos a recordar que no es loco el que  se vuelve malo sino el malo quien se vuelve loco, porque el rencor -vulgo, la mala leche- siempre provoca el no ver la realidad tal cual es, que es el origen de la insania y la locura. 

De hecho, en la muy progresista Minneapolis ya ha habido voces políticas que se han apresurado a decir que el asesinato no debe servir para estigmatizar a los transexuales. Ojo al dato: cuando es un cristiano quien, no ya agrede, sino sencillamente no trata con la debida consideración, repseto y halago, a homosexuales o transexuales, estamos ante un claro delito de odio por parte del cristiano. Pero cuando un trans, o presunto trans, asesina a niños cristiano en medio de una Eucaristía, entonces... no hay que estigmatizar a los trans.

En definitiva, ¿la ideología de género, que tanto se queja de la moral cristiana es anticristiana? Por supuesto que sí. Conviene recordarlo, no vaya a ser que estemos confundiendo a los verdugos con las víctimas y a las víctimas con los verdugos. Aquí, las vícitimas han sido los católicos... y ahora me queda por demostrar la intencionalidad de este asesino concreto, aunque me temo que resulta batante evidente. 

En resumen, ¿el 'gender' odia a la Iglesia? Por supuesto que sí. Y no porque la Iglesia les ataque, que no lo hace,  sino porque el Catecismo les recuerda lo que está bien y lo que está mal y eso les fastida bastante.  Tanto en sus aspectos feministas -aborto- como en las relaciones homosexuales como en el cambio de sexo. Pero sin agresión alguna, no como lo ocurrido en Minneapolis, que tal parece puritito odio trans a los católicos.