La cercanía del mes de mayo y la aparición de un libro escrito por Manuel de Santiago titulado Sor Lucia en Tuy nos invitan a hablar de Fátima. Como es sabido, la vidente de Fátima, antes de ingresar en el Carmelo de Coímbra, profesó como religiosa dorotea, por lo que vino a España, concretamente a Tuy, para hacer su noviciado. Y de lo que sucedió en esa localidad gallega se ocupa el nuevo libro de uno de nuestros mejores expertos en las apariciones de Fátima. El autor de este libro, además, es el traductor del portugués de los Tres Pastorcitos, que a juicio de Sor Lucia es el libro que mejor cuenta las apariciones de Fátima. Y también ha escrito otra obra titulada Fátima 1917. Respuesta del Cielo a la Modernidad.

Esta  última novedad editorial de Manuel de Santiago tiene el gran aliciente de ayudarnos a comprender con mayor profundidad las apariciones de 1917, porque las visiones de Tuy son continuación de las revelaciones que Sor Lucia tuvo en Cova de Iria. En efecto, en la aparición del 13 de julio de 1917 la Virgen les prometió a los Tres Pastorcitos que volvería y de esa vuelta, tan desconocida por muchos, se ocupa este libro.

La llamada a la conversión y a la santidad es la parte más importante del secreto de Fátima y la razón de ser de las apariciones de la Virgen

“Fátima —escribe el autor del prólogo—, el acontecimiento y Fátima, la dimensión cósmica es una realidad a la que ha dedicado Manuel de Santiago muchas horas de investigación, estudio, comparación de criterios con otros estudiosos del tema, charlas, conferencias y un largo camino, a veces dificultoso, para clarificar temas y su gran significado teológico, humano e histórico; por eso, me complace recomendar, muy vivamente, su lectura.

La estructura del libro y los diversos capítulos dan, fehacientemente, cuenta de la actualidad permanente del acontecimiento Fátima: La Señora del mensaje cumple su promesa; el eje de la tierra y esa "luz que es Dios" nos enmarca a cada hombre en los planes del Dios-Creador, que quiere manifestarnos su vida interior para nuestro bien y salvación, cuando toca los temas de la Santísima Trinidad y la revelación a sor Lucía de la visión de la Santísima Trinidad en la ciudad de Tuy (Pontevedra)”.

La Virgen cumplió su promesa en dos apariciones posteriores. La primera el 10 de diciembre de 1925 cuando se apareció a Lucia, que entonces se encontraba en el convento de las Doroteas de Pontevedra. Y la segunda un día del mes de junio de 1929, cuando Lucia vivía en el convento de las Doroteas de Tuy. Allí, después de la visión de la Santísima Trinidad, la Virgen le pidió expresamente la consagración de Rusia a su Inmaculado Corazón por parte del Papa, en unión con todos los obispos del mundo. El 25 de marzo de 1984 Juan Pablo II consagró el mundo al Inmaculado Corazón de María en la plaza de San Pedro, ante la imagen de la Capilla de las Apariciones de Fátima, que fue llevada expresamente para ese acto, en el que había 200.000 fieles. Lucia manifestó que la consagración se había hecho como Nuestra Señora había pedido. Y no hace mucho el actual Papa ha renovado esa consagración.

La misión del Ángel no consiste en satisfacer curiosidades desvelándoles el futuro, sino en ayudarles a transformar sus almas mediante la oración, la penitencia y la Eucaristía

Todo lo de Fátima nada tiene que ver con la satisfacción de curiosidades del futuro, porque del único futuro del que se ocupa Fátima es de orientarnos hacia nuestra felicidad en el Paraíso. Y esto es así incluso antes de la primera aparición de la Virgen el 13 de mayo.

Aunque el Ángel se aparece a los pastorcitos de Fátima para preparar la venida de la Virgen, nada les anticipa de la visita de la Señora. De hecho, después de la aparición del Ángel ni sospechan los acontecimientos que están por venir, y por eso el 13 de mayo son sorprendidos por la aparición de la Virgen. 

Por lo tanto, la misión del Ángel no consiste en satisfacer curiosidades desvelándoles el futuro, sino en ayudarles a transformar sus almas mediante la oración, la penitencia y la Eucaristía. En definitiva, el encargo que el Cielo da al Ángel no es otro que encaminar a los niños decididamente hacia la santidad, a pesar de sus pocos años. En el caso de Francisco y Jacinta ya ha sido reconocida su santidad oficialmente por la Iglesia, y en cuanto a Lucia pienso que así sucederá a no mucho tardar, pues además de su vida fiel y ejemplar, la Virgen prometió llevarla al Cielo después de que pasara en esta tierra un cierto tiempo.

Sin duda que la llamada a la conversión y a la santidad es la parte más importante del secreto de Fátima y la razón de ser de las apariciones de la Virgen. Todo lo que allí sucede está dirigido a este objetivo, y por lo tanto la interpretación de los hechos en otra dirección carece de sentido. Por este motivo, sor Lucia mujer de buen carácter y sentido del humor, se ponía seria cuando tenía noticias de que alguien no interpreta correctamente el mensaje de Fátima, según testimonio de la priora de las carmelitas de Coimbra: “Le daba pena que tanta especulación se hiciese alrededor del Secreto. Antes de ser revelado, acostumbraba a decir con alguna tristeza: ‘¡Si viviesen lo más importante que ya se ha dicho...! Solo se ocupan de lo que está por decir, en vez de cumplir lo que se ha pedido, ¡Oración y penitencia!”.

Todo lo de Fátima nada tiene que ver con la satisfacción de curiosidades del futuro, porque del único futuro del que se ocupa Fátima es de orientarnos hacia nuestra felicidad en el Paraíso

En realidad, el secreto de Fátima es un único secreto que consta de tres partes y se lo revela la Virgen a los pastorcitos de Fátima en su tercera aparición, que tiene lugar el 13 de julio. Las dos primeras partes las cuenta sor Lucia en la tercera Memoria, en la edición de 1942. Y lo hace, según ella misma manifiesta, cuando considera que ya tiene licencia del Cielo para darlas a conocer y sus representantes en la tierra, las legítimas autoridades eclesiásticas, se lo han autorizado a escribir. La tercera parte del secreto fue escrita el 3 de enero de 1944, pero no se hace pública hasta el 26 de junio de 2000.

“El secreto consta de tres partes distintas —según escribe sor Lucia en su tercera Memoria— de las cuales voy a revelar dos.

Nuestra Señora nos mostró un gran mar de fuego que parecía estar debajo de la tierra. Sumergidos en ese fuego, los demonios y las almas, como si fuesen brasas transparentes y negras o bronceadas, con forma humana que fluctuaban en el incendio, llevadas por las llamas que de ellas mismas salían, juntamente con nubes de humo que caían hacia todos los lados, parecidas al hacer de las pavesas en los grandes incendios, sin equilibrio ni peso, entre gritos de dolor y gemidos de desesperación que horrorizaba y hacía estremecer de pavor. Los demonios se distinguían por sus formas horribles y asquerosas de animales espantosos y desconocidos, pero transparentes y negros.

Esta visión fue durante un momento, y ¡Gracias a nuestra Buena Madre del Cielo, que antes nos había prevenido con la promesa de llevarnos al Cielo! (en la primera aparición). De no haber sido así, creo que hubiésemos muerto de susto y de pavor.

Inmediatamente, levantamos los ojos a Nuestra Señora que nos dijo con bondad y tristeza:

Visteis el infierno a donde van las almas de los pobres pecadores; para salvarlas, Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón. Si se hacen lo que os voy a decir, se salvarán muchas almas y tendrán paz. La guerra pronto terminará —se trata de la Primera Guerra Mundial (1914-1918) en la que murieron 12.991.000 soldados, 10.000.000 de civiles y el número de heridos ascendió a 21.219.000—. Pero si no dejaren de ofender a Dios, en el pontificado de Pío XI comenzará otra peor. Cuando veáis una noche iluminada por una luz desconocida, sabed que es la gran señal que Dios os da de que va a castigar al mundo por sus crímenes por medio de la guerra, del hambre y de las persecuciones a la Iglesia y al Santo Padre. Para impedirla, vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón y la Comunión reparadora de los Primeros Sábados. Si se atienden mis deseos, Rusia se convertirá y habrá paz; si no, esparcirá sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia. Los buenos serán martirizados y el Santo Padre tendrá mucho que sufrir; varias naciones serán aniquiladas. Por fin mi Inmaculado Corazón triunfará. El Santo Padre me consagrará Rusia, que se convertirá y será concedido al mundo algún tiempo de paz. En Portugal se conservará siempre el dogma de fe, etc. Esto no se lo digáis a nadie. A Francisco, sí, podéis decírselo.”

Así pues, la primera parte del secreto de Fátima es la visión del infierno y la segunda la devoción al Inmaculado Corazón de María

Así pues, la primera parte del secreto de Fátima es la visión del infierno y la segunda es la devoción al Inmaculado Corazón de María, al final de cuyo escrito Lucía coloca un etc., para indicar que todavía le falta algo por decir. Eso exactamente es lo que constituye la tercera parte del secreto de Fátima.

Durante su estancia en España, siendo religiosa Dorotea en el convento de Tuy, enferma gravemente y se sometió a una intervención quirúrgica. En estas circunstancias a finales de 1943 el obispo de Leiria, José Alves Correira da Silva, temiendo que se llevara a la tumba lo que le faltaba por decir, le ordena que escriba la tercera parte del secreto, lo que hace Lucia el 3 de enero de 1944. Esta carta fue guardada en la caja fuerte del palacio episcopal hasta que el 4 de abril de 1957 fue entregada al Archivo Secreto del Santo Oficio en el Vaticano, de lo que fue informada Lucia. Pío XII no leyó su contenido, no así Juan XXIII y Pablo VI que, a pesar de haberlo leído, decidieron no hacerlo público.

Juan Pablo II, después del atentado del 13 de mayo de 1981 en la plaza de San Pedro, pide que le traigan el sobre con la tercera parte del secreto. Eduardo Martínez Somalo, Sustituto de la Secretaría de Estado, le entrega dos sobres, uno de color blanco con el texto original de sor Lucia en lengua portuguesa y otro de color naranja con la traducción en lengua italiana. En la ceremonia de beatificación de Jacinta y Francisco, el 13 de mayo de 2000, celebrada en Fátima y presidida por Juan Pablo II, en presencia de Lucia, que ha sido informada con anterioridad, el cardenal Angelo Sodano, Secretario de Estado, da cuenta del contenido y anuncia que se hará público íntegramente el texto con un comentario de la Congregación para la Doctrina de la Fe, lo que sucedió el 26 de junio de 2006.

Javier Paredes

Catedrático emérito de Historia Contemporánea de la Universidad de Alcalá.