María Teresa Corzo, decana de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Pontificia Universidad Comillas, no está al tanto de la venturosa actualidad y no se ha enterado de que, desde hace unos días, los dioses han descendido al nuevo Olimpo del Complejo de La Moncloa. Por este motivo la decana solo ve ministras, donde en realidad hay diosas y ha escrito un artículo titulado Las diosas han hablado con un tono de subida irreverencia hacia las nuevas deidades que, felizmente, nos gobiernan.

Así es que voy a tener un gesto de corporativismo con mi colega, la decana de Económicas y Empresariales de la Pontificia Universidad  Comillas, y le voy proporcionar información valiosa para liberarla de su increencia, no vaya a ser que, de permanecer en su recalcitrante incredulidad, el vicepresidente y cónyuge de una de las diosas, someta a la decana a un proceso de reeducación, en lo que los comunistas tienen ya probadas tradición y experiencia de años, por haberla ejercido en multitud de personas, de las que han exterminado a  más de cien millones.

Irene Montero ha devenido en ministra a partir de un insustancial curriculum profesional; es decir, ha ascendido de la nada hasta las cumbres del poder, donde dicen que en otro tiempo se asentaba la casta política, hoy desplazada por estas nuevas divinidades

La mencionada e incrédula decana está convencida de que la titular del Ministerio de Igualdad es Irene Montero, y no se ha dado cuenta de que la que nos va a igualar a todos según su ideología, queramos o no queramos, es una recreación de Afrodita, la diosa del amor. Por amor, cuando a una la pusieron detrás de la columna en el hemiciclo de la Carrera de San Jerónimo, ella se trasladó a un escaño preferente del Congreso. Y por amor, pero solo, solo, solo… por amor ha llegado donde ha llegado. Porque al igual que Afrodita surgió toda entera y crecidita de la inconsistente espuma de las aguas, ella ha devenido en ministra a partir de un insustancial curriculum profesional; es decir, ha ascendido de la nada hasta las cumbres del poder, donde dicen que en otro tiempo se asentaba la casta política, hoy desplazada por estas nuevas divinidades. 

Recalcitra la decana en su increencia al pensar que la ministra portavoz es María Jesús Montero… ¡Grave error! La ministra portavoz en realidad es la nueva Hebe. La antigua Hebe de la mitología griega era hija de Zeus y Hera, y en el Olimpo de entonces, que era un pelín machista e impedía empoderarse a la buena de Hebe, le encomendaron tareas domésticas, tales como servir las copas de los dioses en las comilonas que se daban los muy machotes en el Olimpo, o bañar y vestir a su hermano Ares, trabajos todos ellos propios de mujeres aún por empoderar.

Naturalmente que tras el triunfo del feminismo empoderado, la nueva Hebe, ahora en funciones de ministra, ya no realiza ninguna de estas tareas domésticas en el Olimpo de la Moncloa. Pero la titular de la portavocía del Gobierno es la nueva Hebe, porque con su labia conserva uno de los poderes que tenía la antigua como era su capacidad de manipular. La Hebe del antiguo Olimpo, que como he dicho era un lugar muy machista y añado ahora bastante facha, tenía la capacidad de manipular la edad de los mortales. Y con ese poder rejuveneció a su anciano sobrino Yolao durante un día, para que este pudiese matar a Euristeo. Y a la inversa, envejeció a los pequeños hijos de Alcmeón, para que estos pudiesen vengar la muerte de su padre en manos de los hijos de su madrastra, todo un crimen como consecuencia de la violencia de genero de aquel Olimpo tan machista.

Lo de rejuvenecer al jefe no es la misión más importante de la nueva Hebe (ministra portavoz), sino la de manipular la verdad, de manera que sus afirmaciones de hoy, puedan ser desmentidas mañana por una declaración totalmente contraria a lo que dijo el día anterior

Y ahora ya saben el secreto de porqué Pedro Sánchez aparece cada vez más joven y lozano, aunque pase el tiempo. Pero lo de rejuvenecer al jefe  no es la misión más importante de la nueva Hebe, sino que es la de manipular la verdad, de manera que sus afirmaciones de hoy, puedan ser desmentidas mañana por una declaración totalmente contraria a lo que dijo el día anterior, si conviene al Gobierno, de manera que la verdad pase del estado sólido al estado líquido, para que así adopte la forma que convenga al poder.

Y ahora sí que llegamos al núcleo de la cuestión, que ha provocado el muy reaccionario artículo de la decana de Comillas, titulado Las diosas han hablado. Y todo porque la titular del Ministerio de Educación y Formación Profesional ha dicho una verdad como el templo del Partenón: “Los hijos no pertenecen a los padres”.

Y vuelve a marrar la decana cuando piensa que la ministra de Educación y Formación Profesional es Isabel Celaá. Todo por un error de apreciación, porque probablemente la decana haya pensado que el fruto de los progenitores, llamados antiguamente hijos, van a ser acogidos en las muchas y amplias propiedades que posee la señora Celaá.

Sí, ciertamente Isabel Celaá tiene unas cuantas casas, pero esa no es la cuestión. Porque de lo que no se ha dado cuenta la decana es que la titular del Ministerio de Educación y Formación Profesional es una reedición de la primogénita de los Titanes, que se llamaba Hestia y era hija de Cronos y Rea. Hestia representa todo lo referente al hogar y a la familia, y por eso ella nunca salía de su hogar, llamado Olimpo, donde allí cuidaba de todos.

Por eso la nueva Hestia, que la decana de Comillas se imagina que es Isabel Celaá, ha tenido la progresista idea de cerrar todos los colegios de curas y de monjas. Y no digamos nada esos otros colegios donde estudian separados los niños de las niñas, de estos no va a quedar piedra sobre piedra. Y a todos los niños la nueva Hestia los va a reeducar y va a manipular sus mentes, para que dejen de pensar esas cosas tan antiguas, machistas y homófobas que les enseñaron sus progenitores, al apropiarse de un derecho que no les correspondía, como es el de educar a sus vástagos.

Sin duda, el problema de la decana de Comillas es que, condicionada por un conocimiento ancestral, piensa que no está bien rebelarse contra Dios, que como padre común de todos los hombres establece una ley universal para todos y para todos los tiempos.

La nueva Hestia, que la Decana de Comillas se imagina que es Isabel Celaá, ha tenido la progresista idea de cerrar todos los colegios de curas y de monjas. Y no digamos nada esos otros colegios donde estudian separados los niños de las niñas, de estos no va a quedar piedra sobre piedra

No se ha dado cuenta la decana de Comillas que lo moderno y lo progresista es seguir el consejo de la serpiente y comer del árbol de la Ciencia del Bien y del Mal con el fin de ser como dioses, para de este modo derrumbar la ley natural, de modo que prevalezca lo que mande el Gobierno, que es quien debe establecer lo que está bien y lo que está mal. Y resulta comprensible que en su escrito no se haya atrevido a decir que cuando alguien tiene la ocurrencia de comer del fruto prohibido para convertirse en un dios, eso es el principio de la tiranía, porque semejante atrevimiento sería un gesto fascista.

Y por ahí sí que no van a pasar y no se van quedar inmóviles las progresistas deidades del Olimpo de la Moncloa, porque al que se atreva a decir tanto como eso le va caer encima el Ministerio de la verdad y se va enterar de lo que vale un peine. Así es que, apreciada colega y decana de la Universidad de Comillas, si usted quiere seguir teniendo una vida tranquila, le voy a dar un consejo: ¡Menos estudiar libros de la biblioteca, y más leer El País!

Por último, y como estoy seguro de que cuando las mencionadas diosas o sus colaboradores, que no son pocos, lean este artículo, se les va a ocurrir tener un detalle conmigo, por haber divulgado sus divinos rasgos y poderes, desde aquí les digo a todos los dioses del Olimpo que, ¡Por Zeus!, lo mejor es que no hagan nada; que se queden quietos, que los conozco…, porque en este caso lo que más me conviene es que me quede como estoy.   

Javier Paredes

Catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Alcalá