• Su ideólogo y jefe de campaña, John Podesta fue invitado a una cena esotérica con leche materna, sangre y semen fresco.
  • "Spirit Cooking dinner", algo así como la búsqueda de nuevas experiencias espirituales. O sea, demoniacas.
  • Es el mismo Podesta que hablaba de dividir a la Iglesia y destruirla desde dentro… para que Hillary ganara las elecciones.
  • El Nuevo Orden Mundial (NOM) no es otra cosa que satanismo y, obviamente, cristofobia.
  • Objetivo último del NOM: destruir a la Iglesia, Cuerpo Místico de Cristo.
Se lo debemos a Wikeleaks y el primer diario español en recogerlo ha sido La Gaceta, del grupo Intereconomía. Mi enhorabuena para ambos. Y también para El Mundo que incluso ha ido más allá. No sólo califica de satánico a John Podesta (en la imagen), ideólogo y jefe de campaña de Hillary Clinton, sino a la propia candidata. Claro que, para El Mundo, siempre progresista, o sea bobalicón, considera que todo es una lamentable exageración. Podesta es el mismo que impartía instrucciones para dividir a la Iglesia, que es la táctica demoniaca del siglo XXI: dividir desde dentro no destruir desde fuera, que esto último se ha quedado anticuado y encima comporta riesgos. Pero ojo, ¿por qué el ideólogo del Partido Demócrata se preocupa por la religión? Pregúntenselo a él, pero su superior criterio asegura que estamos ante un elemento fundamental para el triunfo. Si no se logra enfrentar a los católicos con su jerarquía y a las modas culturales contra el Magisterio, Hillary Clinton no llegaría a la Casa Blanca. Se trata de financiar y promocionar a los grupos católicos, abortistas,  feministas, homosexuales y de ideología de género. Ojo, sólo a los que se dicen católicos. Y ahora resulta que una artista muy artista, incita a Podesta y a sus hermanitos a una cena "spirit cooking dinner" (cuidado que son horteras esos satánicos) que pueden traducir, a lo libre, cómo ensanchar el espíritu, búsqueda de nuevas cía espirituales… satanismo. Recuerden a Chesterton: de cada diez herejías (o barbaridades), perpetradas a lo largo de la historia, sólo una era de corte materialista mientras nueve eran herejías espiritualistas. Pues lo de Podesta es lo más espiritual, inmaterial y angélico: mismamente del árbol caído. Ahora bien, el espíritu maligno siente envidia del hombre y emplea para sus ritos, ligeramente aberrantes, cosas muy materiales: leche materna, semen, sangre, etc. Los rituales satánicos siempre respiran por la misma herida, en la que se nota cómo los demonios sienten envidia del hombre, el animal anfibio elevado a la categoría de hijo de Dios. Así que los rituales satánicos siempre han sentido obsesión contra la inocencia (sienten aversión por la infancia y por la mujer pura), obsesión contra la maternidad, contra la debilidad, contra la rectitud de intención y contra la belleza. Les encanta la sangre, la muerte, el sexo contra natura y, en general, destrozar la sensibilidad del ser humano por el bien: destruir su conciencia. No sé de qué se extrañan: los demonios utilizan a los hombres pero sólo para anularle, para absorberle y para destruirle. Y la obsesión más grande de todos los satánicos es la Eucaristía. La profanación de las formas eucarísticas, de Dios hecho pan, por supuesto. Finalmente, entre los satánicos hay una minoría de dirigentes y una mayoría de estúpidos útiles, entre los que abunda la gente triste y masoca. La diferencia entre los primeros y los segundos viene marcada por el grado de consciencia de su cristofobia. En unos más, en otros menos. Y naturalmente, del núcleo masónico consciente surge una constelación de organizaciones muy civilizadas que obedecen las pautas que marcan los satánicos sin saberlo. Es ahí donde entra todo el aparato Nuevo Orden Mundial (NOM), sea a través de la nueva masonería, del nuevo orden político y financiero mundial (desde Bilderberg al Banco Internacional de Pagos de Basilea), de los nuevos derechos humanos y paradigmas culturales prescritos por Naciones Unidas o de las las religiones sincretistas (en especial la galaxia New Age, tan espiritualista). Decíamos que el señor Podesta es invitado a una de estas cenas muy espirituales y pías, con sangre y semen. Fíjense ustedes, y a mí que nunca me han invitado a un ritual satánico… ¿Y a usted? Así que el titular de este artículo, que ha podido parecerles demasiado fuerte, a lo mejor no es más que una mera descripción de la realidad. Votar a Hillary es votar a Satanás. Y poco me importa el muy débil argumento de que la alternativa sea el barbián grosero de Donald Trump. Entre el demonio o la mala educación me quedo con esta última. Es menos peligrosa. Eulogio López eulogio@hispanidad.com