Quien a hierro mata, a hierro muere. Pablo Iglesias, prisionero de su propio modo de hacer política
Los demás eran la casta, pero él, Pablo Iglesias (en la imagen), era la democracia. Los demás eran los corruptos, él estaba inmaculado. Ahora, con los casos Errejón, Monedero, Tania Sánchez (perdón, que eso es Izquierda Unida) y él mismo, Pablo Iglesias ha caído en su propia trampa. También él está bajo la sombra de la corrupción y sus enemigos la exageran al igual que él y sus secuaces televisivos (La Sexta y Cuatro, principalmente) han exagerado los casos de corrupción del PP y del PSOE, de la casta.
Además, él mismo dice, para quitarles votantes al PSOE, que los españoles tendrán que elegir, entre el PP y Podemos. Al parecer, no se da cuenta de que su principal combatiente electoral es el Partido Popular y que éste está feliz tanto con la pelea como la alianza de la izquierda. Si en esa alianza, parecida al Frente Popular de la guerra civil, el cabeza de lista es Podemos, entonces el llamado voto de centro se irá por el PP, a pesar de lo que Mariano Rajoy ha encabronado al personal.
En cualquier caso, Podemos ha elevado la nota en corrupción. Hasta las nimiedades parecen ahora pecados imperdonables. Pues bien, quien a hierro mata a hierro muere. Ahora le toca a Podemos, al alguacil ser 'alguacilado'. En plena transición, cuando el escándalo Juan Guerra, Miguel Roca se dirigió al todopoderoso Alfonso Guerra para decirle: "Es usted prisionero de su propia forma de hacer política". Tenía razón. Guerra llevaba años dando mandobles a los demás. Cuando él cayo en desgracia, los por él vapuleados no tuvieron piedad. Igualito que con Pablo Iglesias, Monedero y compañía: sólo ven la paja en el ojo ajeno.
A un votante enfurruñado o desesperado, la corrupción no le apartará de votar a don Pablo. El enemigo más poderoso de Pablo Iglesias, aún más que la corrupción o corruptelas de todo su equipo, es la indefinición ideológica del grupo. Ahora el doctor Montes, aquella mente preclara que iba a arreglar el problema de las pensiones porque se le morían todos sus paliativos, también quiere liderar Podemos en Madrid.
Y todo ello contribuye a que Podemos ofrezca una sensación de ridículo. Y cuando el poderoso Pablo Iglesias cae en el ridículo, en fondo, forma y firma televisiva, entonces estará muerto. Le ganará la casta, la de izquierdas y la de derechas. Y es que la soberbia de Pablo Iglesias le sitúa justo al borde del precipicio del ridículo.
Eulogio López
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