- En plena traición nacionalista, Sánchez enarbola la bandera de la eutanasia.
- O sea, que ser progre, ya no sólo es apostrofar a la Iglesia y presumir de liberación sexual.
- Ahora también es la eutanasia: el mórbido amor a la muerte.
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En plata: fulminar al débil.
Hasta ahora he definido la progresía, es decir, la modernidad, en el siguiente grito:
abajo los curas y arribas las faldas. En efecto, con asegurar que nadie debe sentirse en posesión de la verdad y decretar el
libertinaje sexual (que luego no es tal: se queda en pornografía) ya eres progresista, moderno y vanguardista, todo en uno.
Para escuchar al inefable habrá que añadir el tercer elemento definitorio de la progresía: viva la muerte.
Porque resulta que el secretario general del
PSOE (
en la imagen), se plantó
ante su grupo parlamentario, en el Senado, el pasado martes 26,
en plena rebelión separatista y en plena traición del nacionalismo vasco, en lugar de cerrar filas con el Gobierno, incluso planteando una aprobación de los Presupuestos o un gobierno de concentración…
lo que solicitó fue la eutanasia. Bueno y expulsar a Cristo de la escuela para sustituirlo por
Educación para la Ciudadanía.
Pero, sobre todo, el derecho de matar al enfermo y al anciano, y llamarlo, como al
crimen contra el no nacido, 'derecho'.
Así que ya lo saben y no lo olviden:
la modernidad amplía el elenco. Ahora es: "abajo los curas, arriba las faldas y viva la muerte".
A los progres les encanta la muerte. Sobre todo la de los demás,
especialmente si son tan molestos como un anciano, ser improductivo y coste para la seguridad social. O sea, para el bolsillo del progre.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com