• Nueva compaña del lobby homosexual: ahora toca denunciar el acoso escolar a los 'niños gays' y 'niñas lesbianas'.

Dice Eugeni Rodríguez, del lobby gay catalán, que a los niños gays y a las niñas lésbicas les someten a verdaderas torturas en los colegios, les exigen dinero, etc. Sus compañeros niños hetero, se supone. Hombre no sé yo la capacidad de tortura que tienen los niños ni lo difícil que puede resultar a un profesor controlar a unos mocosos que no han llegado ni a la preadolescencia. Pero Eugeni habla de niños, precisamente de niños, homosexuales. Naturalmente, RTVE, la tele de Rajoy, colabora con entusiasmo en la campaña. Por ellos me entero. Y entonces surge la pregunta: ¿existen niños gay y niñas lesbianas? ¿Se pueden distinguir, sin asomo de duda, tales condiciones a los cuatro años de edad? Tendencias afeminadas, por ejemplo, no digo que no, pero es que las tendencias pueden evolucionar en muy diversos sentidos. Al menos en dos: el bueno y el malo. En resumen, mucho me temo que el lobby gay está montando otra de sus campañas. Porque un compañero de Eugeni, esta vez desde Madrid, nos informaba de que es "urgente" que el Gobierno modifique la normativa para que no se persiga a los niños homosexuales en los colegios. Una campaña con dos objetivos: 1. Aumentar el victimismo de los sodomitas. 2. Inducir a una educación que haga a los niños sodomitas desde su más tierna infancia. El gay no nace, se hace y, al parecer, el lobby gay intenta producir niños gay, bajo la excusa de que los que ya lo son, que no lo son, resultan perseguidos por otros niños con procedimientos mafiosos. Todo ellos niños hetero, que son los malos. Es decir, se trata de la táctica de siempre en los lobbies gay y feminista: poner al Estado a su servicio para que sea el Estado, pagado por todos, quien corra con los gastos e imponga sus deseos con la fuerza coactiva del BOE. De paso: 1. Lavarle el cerebro a los niños desde su más tierna infancia para que sean homosexuales, como creo haber dicho antes. 2. Evitar que los padres, que suelen pretender que sus hijos sean como ellos, heterosexuales, decidan cuál debe ser la formación de sus retoños, tal como es su derecho. 3. Evitar que cualquiera que esté en contra de la homosexualidad (o sea, la inmensa mayoría de la humanidad desde Adán y Eva) pueda expresar lo que piensa. Pero ya nos conocemos todos, ¿verdad? Eulogio López eulogio@hispanidad.com