• ¿Natividad de Dios sin Dios? Un poco absurdo.
  • El problema de la fraternidad es que para que existan hermanos se necesita un padre.
  • Dickens con su Canción de Navidad le robó la religión a la Navidad y la convirtió en una fiesta familiar, entrañable… pero atea.
  • Es el eterno fracaso de los filántropos. No tienen origen, así que no tienen destino.
  • Pero ahora ha llegado a las navidades el Rotary Club. Y eso… ya es otra cosa.
La reforma protestante -esa maravilla tan loada- y luego los puritanos -esos feroces fanáticos cuyo principal enemigo no era el liberalismo sino el catolicismo- sencillamente se cargaron las celebraciones de Navidad. Luego llegó Charles Dickens, con su Cuento de Navidad y convirtió las navidades en una festividad familiar, más que religiosa. Entrañable, pero atea. Cuento de Navidad es una maravilla porque no sólo defiende a las familias, defiende las virtudes naturales sin la sobrenaturalidad de donde parten. En definitiva, estamos llegando a una Navidad fraternal. El problema de la fraternidad es que consiste en amar al hermano y no puede haber hermano sin padre, lo que nos remite otra vez al niño Dios. Es el eterno fracaso de los filántropos. No tienen origen, así que no tienen destino. De todas formas, lo de la navidad fraternal y familiar podía ser admisible. Ahora bien, el otro día paseaba por la Plaza de Oriente cuando me topé con una caseta navideña. Entrañable y muy familiar. Al acercarme más comprobé que pertenecía al Rotary Club, es decir, a las levas del partido masónico. Y fue entonces cuando empecé a sospechar que Dickens era el culpable. Eulogio López eulogio@hispanidad.com