• Lo que modificaría todo el mercado laboral español.
  • Y lo haría más justo y crearía mucho más empleo.
  • Con una sociedad envejecida y altísimos impuestos laborales, la única posibilidad consiste en financiar las pensiones con IVA.
Seguimos con un IPC negativo, algo que la doctrina económica clásica no considera positivo y el consumo continúa en ascenso, aunque sin excesos. Pues bien, este es el momento idóneo para el cuotas por IVA. Es decir, reducir las cuotas sociales, el mayor impuesto laboral, y sustituirlo, como hacen otros países, por los ingresos vía IVA. En plata: que las pensiones se financien con cargo a los impuestos indirectos. Ahora, con el precio del crudo donde está, ni se dispararía el IPC ni se reducirá un consumo centrado en lo que se necesita más que en lo que se desea. Claro que da miedo, por cuanto los ingresos por IVA son volubles pero las cuotas no dan más de sí, precisamente por el elevado paro. Y para que haya menos desempleo con impuestos laborales altos -un verdadero círculo vicioso-… pues hay que reducir o anular las cuotas como en otros países (ejemplo, Dinamarca). En definitiva, suprimir los impuestos laborales. Así el empresario perderá el miedo a contratar. Y con una sociedad envejecida, no hay manera de soportar el gasto en pensiones si no es echando mano del IVA. Convenciéndose de que, al contribuyente, no hay que juzgarle, ni gravarle, por lo que gana, sino por lo que gasta. Este es el momento, pero Mariano Rajoy, el indolente, no lo hará, me temo. Promulgó una reforma laboral, buena, la de Fátima Báñez, al estilo PP: dos pasitos adelante, un pasito atrás. Eulogio López eulogio@hispanidad.com