Hillary Clinton, la candidata a la Presidencia de los Estados Unidos en 2016 dice que se está pensando en volver a presentarse como futura residente de la Casa Blanca por el Partido Demócrata.

Y es que, de ideología demócrata, resulta ser que, además de presidenta, Hillary Clinton quiere ser papisa. Ojo al dato, lo que soltó doña Hillary en 2015: “Los códigos culturales profundamente arraigados, las creencias ideológicas y las fobias estructurales deben modificarse”. Es decir, que las ideas ajenas son ‘fobias’, mientras que las de Hillary son simplemente maravillosas, a fuer de vanguardistas.

Como buena feminista y progresista, la señora Clinton considera que las ideas ajean son ‘fobias’

¿Cómo? ¿Quizás convenciendo al mundo de que cambie hacia planteamientos más avanzados y progresistas? De ningún modo. Lo que pretende la señora de Clinton es cargarse a la Iglesia católica por la fuerza del Estado: “Los gobiernos deben emplear sus recursos coercitivos para redefinir los dogmas religiosos tradicionales”. Vamos, que quiere ser papisa y revisar los 10 mandamientos, que tienen 5.000 años y están esperando una revisión clintoniana. Progresista, como creo haber dicho antes.

¿De verdad es esto lo que queremos?