- Sólo tenemos un único problema económico (y social, y político…): no tenemos hijos.
- No se trata de no poder pagar las pensiones (que también): se trata de que desaparecemos.
- Tampoco podremos pagar el gasto sanitario, que se multiplica con el envejecimiento.
- Y se trata, también, de que los que quedamos en pie carecemos de vitalidad.
- Solución global: recristianizar España: "Todos los conflictos humanos son conflictos teológicos".
- Solución coyuntural: el salario maternal.
Claro que puede que a nadie le interese que España se muera. Al menos,
a la clase política le hablas de la bajísima natalidad y del envejecimiento -
según las últimas y trágicas estadísticas- y te responde que van a convocar el
Pacto de Toledo para la
reforma de las pensiones.
Es decir, un pacto para que el sistema actual aguante un poco más, a costa de reducir la
cuantía de las pensiones sin que se note demasiado. Eso habrá que hacerlo, me temo, pero, sin duda, no es suficiente. Es como enfrentarse a un elefante con un mondadientes.
A ninguno se le ocurre, ya mires a izquierda o a derecha, plantearse la cuestión de que
España se muere por consunción, y que el problema demográfico, y por tanto el gran problema económico, más acuciante consiste en que
no tenemos hijos. Porque el problema del envejecimiento
y de la y disminución de la población española y europea es sencillamente ese: que somos unos comodones que no tenemos hijos -
la paternidad en algo tremendamente cansino- y que encima, el poder nos lo pone muy complicado para tenerlos. Vamos, que
en el Parlamento no se debería hablar de otra cosa que de cómo fomentar la natalidad. Sin embargo, si algún político, de cualquiera de los cuatros grandes partidos políticos, o nacionalismos anexos se le acusaría de fascista y de pretender recluir a la mujer en el hogar
y mantenerla como una coneja.
Por contra lo que habría que hacer sería implantar el
salario maternal: una pareja tiene derecho a un salario por hijo porque donar un hijo, futuro contribuyente,
la sociedad es la mejor tarea profesional y social que puede realizarse hoy. Y eso afecta más, nos guste o no, a la mujer, porque
el hombre puede y debe ser protagonista a la hora de criar y educar, pero no puede gestar. El padre engendra pero no gesta. De ello, lo único que se deduce es que
hay que ayudar la madre.
No a la mujer, he dicho a la madre, con el salario maternal.
Pero la estupidez progre,
aunque progresismo y estupidez no dejan de resultar una reiteración, se escandaliza al escuchar esta verdad palmaria: "¡usted quiere recluir a la mujer en la casa, qué horror!". Yo lo que digo es que
si no tenemos más hijos desaparecemos como civilización, lo que no tiene por qué resultar una buena noticia.
Y ojo, porque
el invierno demográfico afecta a toda Europa, que
es tanto como decir a Occidente, o al menos a la cuna de Occidente.
En resumen:
No se trata de no poder pagar las pensiones (que también):
se trata de que desaparecemos. Por consunción: ¿Os enteráis, políticos?
Un detalle entre muchos:
no sólo no podremos pagar las pensiones: tampoco podremos pagar el gasto sanitario,
que se multiplica con el envejecimiento.
Y se trata, a la postre, de algo aún más grave: los que quedamos en pie carecemos de vitalidad. Y sin vitalidad, no hay vida, no hay país,
no cultura, no hay nada.
Solución global: recristianizar España. Sí, re-cristianizar, porque resulta
que la civilización del amor a la que propende el cristianismo no es más que donación y olvido de uno mismo.
Y la figura humana que representa este salir de uno mismo, esta entrega al otro, es la de la paternidad. El niño no espera: exige.
Y es que, como recordaba el
cardenal Henry E. Manning, "
todos los conflictos humanos son conflictos teológicos".
Así que, para entendernos:
solución de fondo: tener más hijos… y más '
joie de vivre',
más esperanza y menos miedo a la vida. Eso sólo se consigue con
Cristo de por medio. Solución coyuntural:
el salario maternal, un salario público por cada hijo hasta su mayoría de edad. El salario maternal, y no la dependencia, debe ser porque no nos urge el bienestar de los viejos -que también-:
nos urge la ausencia de niños. Ya saben: niños de reemplazo y niños para revitalizar España.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com