- Lo que tantas veces no entendemos es que lo propio del siglo XXI no es la pobreza material sino la miseria moral.
- Pero sin llegar tan lejos, una de las miserias morales del momento consiste en pretender vivir de la limosna del Estado.
- Nuestros políticos se pelean por ofrecer más prestaciones públicas.
- Le llamamos solidaridad pero todos buscamos la solidaridad del prójimo, no la propia.
A menudo
la pobreza material lleva a la miseria moral pero se trata de dos realidades distintas. De ellas, la que priva en la era de la sobreproducción no es la hambruna, que también, sino
la ausencia de un sentido de la vida sin el que ni los vientres satisfechos pueden sobrevivir. Antes que alimentos necesitamos logoterapia.
Aunque, por supuesto,
una buena logoterapia consiste en preocuparse por el impecune. Pero, ojo, ni es la única ni suele saciar. El único que sacia es
Cristo.
Sin llegar tan lejos, una de las
miserias morales del momento consiste en pretender vivir de la limosna del Estado. Es decir, del dinero de los demás, porque eso es lo que reparten los políticos.
De hecho,
nuestra clase política se pelea por ofrecer más prestaciones públicas. Natural: a ellos no les cuesta, todo se hace con el dinero de los demás. Y encima, les damos las gracias mientras nos acostumbremos a vivir en la miseria de la limosna pública… con muy poquita dignidad. Le llamamos solidaridad pero todos buscamos la solidaridad del prójimo, no la propia.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com