Es la expresión del caricaturista sueco Lars Vilks. Al pintar a Mahoma en posturas no especialmente dignas asegura que estaba "explorando los límites de la libertad de expresión". Divertir instruyendo es nuestro lema. Es el hombre que ha provocado -si, sólo provocado- al majadero danés e islámico, Omar El-Hussein  a plantarse en la sala de debates donde participaba y abrir fuego… antes de marcharse a una sinagoga para matar judíos. Los islámicos son muy tolerantes.

"Explorando los límites de la libertad de expresión": ahí el fanatismo se llena de razón

Ahora bien, oiga lo de Lars Vilks, de quien nos alegramos haya salvado la vida, no es de recibo. Es como decir que estabas explorando los límites de la virtud y que más allá de la frontera de la virtud te has topado con la miseria humana. Suele pasar.

Explorar los límites de la virtud es violentar la virtud, del mismo modo que explorar los límites de la libertad de expresión es entrar en el terreno de la injuria.

Y el asunto no termina ahí. Con la macedonia mental propia de la actual generación, la primera ministra danesa, Helle Thorning-Schmidt (en la imagen), se apresuró a explicar que Dinamarca no está en guerra con el islam. Síndrome de Estocolmo al canto. Pues debería estarlo, señora, porque lo que está ocurriendo no es otra cosa que una guerra de religión, porque todas las guerras son de religión. Eso sí, en algo tiene razón: es una guerra entre el Occidente de pasado cristiano, que no de presente, y el Occidente de presente islamizado. Ahí sí, señora premier.

Cuando 'exploras' los límites de la virtud suelen acabar en la miseria (no necesariamente en la miseria económica)

Porque si lo que pretende usted es amansar a la fiera criada ya en Europa, habrá que recordarle aquello de "tu cabeza es hermosa pero sin seso". Contra el islam, de suyo fanático, sólo se lucha con el catecismo cristiano en la mano, no con una democracia colgada del aire, que no se asiente en la justicia, que es virtud cristiana. Porque eso, de democracia, sólo tiene el nombre. Además, contra una idea pervertida se lucha con ideas no pervertidas.

No, la batalla no es por la libertad de expresión sino por la blasfemia. Los islámicos tienen razón (mucha menos que los cristianos, 'blasfemados' en Oriente y en Occidente cada día) en su derecho a que se respeten sus convicciones y no se disfrace de libertad de expresión lo que no son más que blasfemias contumaces y más bien poco exploratorias.

Eso sí, no tienen razón cuando se dedican a tomarse la justicia por su mano y a asesinar indiscriminadamente a blasfemos y a los judíos que pasaban por allí.

Pero lo que está claro es que con actitudes como la de la premier danesa -o el presidente francés, Hollande- no se hace frente al fanatismo islámico.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com