• Miguel Blesa estará acusado de lo que se quiera, pero puede presumir de haberse enfrentado al -presunto- chantajista de Ausbanc.
  • Hasta entidades públicas apoyaron a Ausbanc. Por ejemplo, el Banco de España.
  • El puritanismo hipócrita reinante en España dificulta la rebelión del chantajeado contra el chantajista.
  • Aún así, al chantajista hay que pararle los pies.
Miguel Blesa, ex presidente de Cajamadrid (en la imagen), procesado en varias causas, acusa a su sucesor, Rodrigo Rato, de ceder ante el chantajista –perdón, presunto chantajista-, Luis Pineda Salido (Ausbanc). Lo de Rato no lo sé pero que Blesa no cedió sí que lo sé. Se podrá pensar de él lo que sea, pero no acusarle en este punto. Para entendernos, Luis Pineda (Ausbanc) se dedicó a extorsionar –presuntamente, claro- a bancos y grandes empresas, con la ayuda –presuntamente, claro- de Manos Limpias, cuestión ésta sobre la que no poseo información. Sinceramente, lo de Manos Limpias no lo sabía. Pero sí sabía, y sé, algo sobre la actitud de los bancos y sí he sufrido personalmente a Pineda (y aquí no presuntamente). Por tanto, puedo hacer un balance básico de la situación. El único banco al que he visto enfrentarse desde el primer momento a Ausbanc, fue Cajamadrid. Miguel Blesa no miente ahí. Es más, cuando Pineda se dedicó a tocar las narices a Hispanidad (en sentido figurado, que no presunto), en Cajamadrid me ayudaron. Me proporcionaron una copia con el trabajo de unos directivos contratados por la entidad que presidía Blesa, sobre las andanzas, nada presuntas, de don Luis. Habían hecho un trabajo concienzudo, los tíos, y tenían todo el historial jurídico del señorito Pineda ¡Y qué historialazo, vuesa merced! Así que la siguiente ocasión en que me llamó una de su abogadas, la que más me daba la vara, le respondí que iba a publicar todas las sentencias en contra del susodicho, cosa probada y sentenciada, fallada que no fallida ¡Oiga, mano de santo! Me dejó en paz. Como por ensalmo. Ahora bien, con el debido respeto, no hicieron eso todos los bancos. No todos se comportaron como Miguel Blesa quien, en el caso Pineda, merece un sonoro aplauso. Por ejemplo, no puede decir lo mismo el BBVA de FG, a pesar de que presumen de ello. Como ya he comentado, es cierto que a la postre se enfrentaron a él (y tenían lo que yo no tenía: equipos jurídicos a su disposición para hacerlo) pero en un principio pasaron por el aro y financiaron con publicidad, y muy descarada, las revistas de Ausbanc. Luego no, y esto es de alabar. FG se enfrentó a él y le llamó chantajista en una famosa junta del BBVA: un aplauso para FG. No tan sonoro como para Blesa, pero aplauso a fin de cuentas. El resto de los bancos, hasta donde yo sé, ni eso. Todos los tocados (no puedo hacer la lista exhaustiva porque la desconozco) cedieron a la extorsión -perdón, presunta extorsión-, sin excluir a entidades públicas. Déjenme hacer memoria: verbigracia, el mismo Banco de España. Moraleja: el chantaje suele ejercerse contra el fuerte porque el débil poco tiene que ofrecer al chantajista. Pero el fuerte tiene otra ventaja importante, muy importante: se puede defender. Es lo que no ha hecho la banca española, al menos en los casos que conozco. Y esto es lo triste. Se me dirá que, con el puritanismo –siempre hipócrita- reinante en la España de hoy, ni tan siquiera el fuerte o el adinerado puede resistir el huracán de la opinión pública volcada contra su persona. Se me dirá, también, que ese puritanismo confunde al inocente con el culpable, a los buenos con los regulares y a éstos con los malos y que, en cualquier caso, la mera acusación se convierte en condena mediática anticipada. Y todo eso es cierto. Aún así, sigo pensando que contra el chantajista hay que plantarse, incluso contra el presunto. Eulogio López eulogio@hispanidad.com