• Ahora, la excusa para votar al PP es que Podemos acabará con la enseñanza concertada.
  • Y a lo mejor eso era bueno. Justo no, pero sí bueno.
  • Para entendernos, al PP, la Iglesia le importa un pimiento pero ahora necesitan todos los votos posibles, hasta el de los despreciables católicos.
  • El paradigma, en política, de la enseñanza cristiana es el cheque escolar, no el concierto.
  • Pero hombre, si no es el gobierno lo que va a cambiar la sociedad…
  • El problema no es Pablo Iglesias, sino los 5 millones de españoles que le votaron.
En esta campaña electoral revenida hay pocas novedades y muchos políticos plomizos. Pero todavía pueden apuntarse algunas notas distintivas. La más preocupante, a mi juicio, es el miedo de los cristianos a que Podemos llegue al poder, de lo que se aprovecha, naturalmente, el Partido Popular. Para entendernos: al PP la Iglesia le importa un pimiento pero ahora necesitan todos los votos posibles, hasta el de los despreciables católicos. Y claro, como lo de defender la vida no cuela, y no se atreven, lo mismo con la familia, en Génova han decidido vender el concierto escolar, es decir, la única barrera que le queda, con el actual enfoque, ojo, a la enseñanza religiosa. Y ha tenido éxito: estoy harto de escuchar a los católicos que llega Podemos y que les quitarán el concierto económico a los colegios de mis hijos o de mis nietos. Pero a lo mejor eso es bueno. Así los padres valorarían más la educación cristiana, o anticristiana, que se imparte a sus hijos en el cole. Porque sólo valoramos los que nos cuesta dinero. En cualquier caso, el paradigma de la enseñanza católica no es el concierto económico, donde el empresario es quien posee el poder, sino el del bono escolar, donde el poder lo poseen los padres. Pero no es esa la cuestión de fondo. La cuestión de fondo es que vuelve el voto del miedo y el mal menor. Un católico no debe temer a Pablo Iglesias en La Moncloa. Por tres razones:
  1. Porque un católico no debe temer a nadie.
  2. Porque si alguien ha despreciado los principios cristianos, y encima con pitorreo, ha sido la reciente derecha española. ¿O tenemos que recordar a Gallardón?
  3. El problema no es quien controla el poder político sino quién controla la sociedad. O mejor dicho: ¿cuáles son los principios imperantes en la sociedad? Se lo traduzco: el problema no es Pablo Iglesias, sino los 5 millones de españoles que le votaron.
Y por cierto, ninguna de las cuatro grandes fuerzas políticas les importa una higa esos valores cristianos. Son todo progres de izquierdas o de derechas y masoncetes de izquierdas o de derechas. Eulogio López eulogio@hispanidad.com