El cristianismo es perseguido, en la actualidad, en bastantes países de Asia y África.
Los cristianos son discriminados socialmente, se les deja el trabajo que otros no quieren, se les echa de sus casas, se destruyen sus iglesias y, como bien sabemos, se les asesina o se les encarcela. El cristianismo es la religión más perseguida de la tierra.
La persecución comenzó en sus inicios y no ha cesado. Jesucristo ya lo advirtió: "Si me persiguen a Mí, también os perseguirán a vosotros; si guardan mi palabra, también guardarán la vuestra."
Al mismo tiempo, las vocaciones sacerdotales aumentan en África y en Asia, esto da que pensar. En los países occidentales no se persigue de esta forma sino mediante la burla, la mentira o la crítica constante. Dice Jesús: "A todo el que me confesare delante de los hombres, también Yo le confesaré delante de mi Padre."
Aunque los telediarios lo mostraron fugazmente, qué impresionante fue ver a los 21 cristianos egipcios rezar serenamente antes de ser degollados. A qué nivel más sublime puede llegar el cristiano cuando se esfuerza por vivir estas palabras: "Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os calumnian."
Creo que todas las personas buscan a Dios, aún sin saberlo, ya que todos buscan algo que les satisfaga plenamente, que les llene, que les haga felices. Aunque la búsqueda sea equivocada, aunque la actitud sea de negación o de duda.
Hay ocasiones en las que se comprueba cómo las personas que insisten en negar, permanentemente, la existencia de Dios están lanzando un grito de auxilio porque no se ocupa uno tanto de un tema que no le interesa. Como expresó el filósofo Gustave Thibon: "El dilema Dios o nada ya no se presenta como tema de disertación filosófica o como alarde retórico: ha penetrado en la juntura de nuestra carne y de nuestro espíritu y se plantea con la urgencia de una maniobra de salvamento a bordo de un navío que se va a pique por momentos."
¿Qué vemos a nuestro alrededor? Podemos ver muchas cosas, he aquí algunas: la sabiduría reemplazada por la erudición, el pensamiento por la ideología de moda, la información por la propaganda, las costumbres por las modas, los principios morales por fórmulas muertas. ¿Vemos algo más? Pues sí: la fe sustituida por la superstición, el amor por el sexo, la desaparición del pudor y del sentido de lo sagrado, la máquina rebelándose contra su autor.
Puede contemplarse en nuestro mundo desarrollado todo un fenómeno de erosión espiritual unido al pobre orgullo humano, exacerbado por tantas conquistas técnicas, que corre el riesgo de conducirnos a un grado límite de agotamiento vital y de autosuficiencia, a la decadencia de lo verdaderamente humano ya que hemos llegado al hombre-masa. Vemos cumplirse lo que Bergson expresó como la degradación de lo viviente en mecánico.
Un poeta mejicano, algo olvidado, Amado Nervo, dejó escritas consideraciones interesantes en su libro "Plenitud" apareciendo su sentido del humor irónico en esta frase: "El hombre es un ser organizado especialmente para creer. Cuando no cree en Dios (por indigestión de ciencia) cree en cualquier cosa: en un tabú, en un número, en un augurio, en la espuma del café."
Continúo con otras frases suyas: "¿Por qué te inquietas y te preocupas de los enigmas del universo, si pronto vas a morir y te dará la muerte contestación a todos ellos? ¿Cuántos años te separan aún del fin? ¿Diez, veinte, medio siglo? Qué corto es, de todas suertes, el plazo."
Y aporta estas sugerencias tan positivas: "Si amas a Dios, en ninguna parte estarás triste porque, a pesar de la diaria tragedia, Él llena de júbilo el universo. Si amas a Dios ya tienes alta ocupación para todos los instantes porque no habrá acto que no ejecutes en su nombre, ni el más humilde ni el más elevado. Si amas a Dios, ya no podrás establecer con angustia una diferencia entre la vida y la muerte, porque en Él estás y Él permanece incólume a través de todos los cambios."
El cristianismo es la religión de la plenitud, de la alegría. ¿Por qué consentir que el pesimismo se adentre en el interior de alguien que se sabe hija o hijo de Dios? Puede llegarse a la plenitud en cualquier momento de la vida, no existen dificultades insuperables para la persona que está convencida de su filiación divina. La plenitud nos es concedida según la altura de nuestros deseos.
Carlota Sedeño Martínez