En un discurso uno puede decir lo que quiera, y argumentarlo, o no, como quiera. En un discurso te puedes limitar a ir anunciando cosas, a hacer promesas, a lanzar frases, ideas o proyectos de impacto, que impresionen a la audiencia, sin preocuparte de argumentar, o no, lo que dices. Porque en un discurso, en un mitin, hablas tú, solo tú, y sabes que nadie te va a replicar en ese momento. En un discurso, en un mitin, se intenta que los mensajes y promesas lleguen simples y claros a la gente, que llamen su atención como primer, y casi único objetivo, porque se espera que se queden solo con los titulares, y si acaso, luego, cada uno, cada persona, encuentre sus propias razones para creérselo. En un mitin se pueden lanzar mensajes, sin necesidad de justificarlos, como “agua para todos”, “estamos dominando la inflación y la deuda pública, “todos vamos a cobrar más y pagar menos”, o “una vivienda digna para todos”, o vamos a tener una justica independiente, o somos de los mejores dentro de la UE etc etc, todo ideas simples y positivas que, a cualquier persona, le resulta muy difícil no aceptar. Pero esas son afirmaciones que necesitan de muchas explicaciones y argumentos para mantenerlas.

Por eso en un debate no es posible decirlas tan alegremente. En un debate las afirmaciones, promesas y proyectos e intenciones, hay que argumentarlas y justificarlas, exponer por qué y el cómo, teniendo en cuenta de que tu interlocutor puede rebatirlas, en ese mismo momento, con argumentos distintos. Esperemos que la próxima moción de censura sea un debate y no un discurso, por Tamames no va a quedar.