Sr. Director

 Los largos y tristones días otoñales invitaban a la reflexión sobre el Más Allá que nos espera, sobre “Los Novísimos”. Ahora, por una parte, hay escasa o nula predicación sobre las realidades eternas; por otra, son asuntos fuera del debate público y político, además de las muchas horas que se consumen ante el televisor o Internet, narcóticos que evaden el pensamiento profundo. Se ha puesto de moda Halloween, que toma a chirigota lo que las máscaras de fealdad y de demonios simbolizan.

Evoco aquella frase: “Muerte, Juicio, Infierno y Gloria ten cristiano en tu memoria”. La existencia del Infierno y de la Gloria no depende de nuestras creencias, y el bien y el mal a la vista, lleva a sospecharla. ¿Cómo va a ser indiferente, tras la muerte, haber sido un pecador impenitente, o una persona bondadosa? De realidades eternas hablan las Sagradas Escrituras, además de las palabras de la Virgen a los Pastorcitos de Fátima después de una visón: «Visteis el infierno donde van las almas de los pobres pecadores. Para salvarlas, Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón». El célebre cardenal nigeriano Robert Sarah afirma: «Ha llegado el momento de que la Iglesia vuelva a lo que se espera de ella: hablar de Dios, del alma, del más allá, de la muerte y, sobre todo, de la vida eterna…La gente acude a un sacerdote para buscar a Dios, «no para salvar el planeta»