Sr. Director:
Seis años después de que dejara de matar, ETA no ha desaparecido del horizonte social y cultural del País Vasco y de Navarra. Continúa instalada en el sustrato de un imaginario ideológico que la mitifica y que practica un culto a la banda terrorista que repele a la conciencia social y a la memoria de las víctimas. Ese imaginario lo mantienen vivo tanto la blanqueada Bildu, que ahora se presenta como un partido de progreso y de convivencia, como una galaxia de organizaciones que no han condenado la violencia terrorista y que propugnan la independencia del País Vasco y Navarra desde postulados de un marxismo radical.
Las asociaciones de víctimas reclaman una mayor implicación del Estado para acabar con esos actos de homenaje y deben ser escuchadas por una cuestión de estricta justicia, en un momento en el que el Gobierno propugna una memoria histórica que, como vemos, es selectiva.