Sr. Director:
Mayo 2019, con tiempo variable; pero, como siempre, florido. Es el mes de María. Casi todos los católicos conocen la canción “Venid y vamos todos con flores a porfía, con flores a María, que madre nuestra es (…)”. Se canta en las iglesias durante el Ejercicio mariano de las Flores en mayo, que se remonta al siglo XVII y se extendió en el XIX; si bien, ya en el siglo XII, se dedicaban a la Virgen treinta días, el “Tricesimun”. En este mes se medita en los dogmas sobre la Virgen: su inmaculada concepción; su maternidad divina; su perpetua virginidad; su asunción a los cielos en cuerpo y alma. Se espera que sea próximo el dogma de María Corredentora y Mediadora de todas las gracias. Ella es nuestra gran intercesora. Quien acude a la Virgen no se desespera y encuentra una luz y su maternal protección.
En mayo son tradicionales las romerías y las peregrinaciones a los lugares de apariciones marianas. Son célebres las Apariciones de Fátima (Portugal) y Lourdes (Francia); las de Akita (Japón, 1973-1975); las de la Virgen de Guadalupe con su manto lleno de símbolos (Méjico, 1531), con más de diez millones de peregrinos al año. En Fátima y en Akita, la Virgen pide oración y penitencia por la conversión de los pecadores para librar sus almas del Infierno y al mundo de castigos.