Sr. Director:

Hace cien años, en 1922, se le concedía el Premio Nobel de Literatura a nuestro casi olvidado don Jacinto Benavente, prolífico autor teatral. La Academia Sueca justificaba la concesión «por el talento de que ha dado muestras como continuador de las gloriosas tradiciones del teatro español». Benavente mostró durante sesenta años y un largo centenar de obras su quehacer teatral en los escenarios ante un público que le fue fiel y llenó los teatros incluso después de su muerte. Su escuela ha perdurado hasta el último tercio del siglo XX (en que se ha destruido toda tradición teatral) y sus obras más destacadas siguen representándose y siendo objeto de estudio: “Los intereses creados” se convirtió en un clásico desde el momento de su estreno, y sus personajes continúan vigentes por su actuar y decir. “La noche del sábado” deslumbra por su atractivo halo de misterio. La trilogía rural: “La malquerida”, “Señora ama” y “La infanzona” se imponen por su fuerza desgarradora. “Rosas de otoño” es la amable alta comedia que atrae por la humanidad de sus personajes. Algunas de estas obras han sido repuestas últimamente con un éxito descollante.

La brillantez del teatro de Benavente destaca singularmente por la excelencia de sus protagonistas femeninas: Imperia, La Raimunda, La Acacia, Dominica… papeles que se disputaban las mejores actrices del momento. Benavente renovó el caduco y ampuloso teatro del siglo XIX, falto de vida, de realismo y de credibilidad. Es un autor que merece ser recordado pues su influencia fue notoria no solo en España sino en Europa y en Sudamérica