Sr. Director:
Según narra y describe la Venerable Sor Lucía, después de rezar el rosario con algunas personas, vieron de nuevo, solamente ella y sus primos Jacinta y Francisco el reflejo de la luz, que se aproximaba; corrieron hacia la encina y se arrodillaron. Momentos después la Señora estaba sobre la encina como el día 13 de mayo.
Lucía interlocutora de Nuestra Señora lo cuenta así:
Le pregunté: -¿Qué quiere?
La Señora respondió:
-"Quiero que vengáis el día 13 de cada mes. Que recéis el rosario todos los días y que aprendáis a leer. Después os diré lo que quiero."
Lucía le pidió la curación de un enfermo.
La Señora le respondió:- "Si se convierte, lo curaré durante el año."
Lucía le pidió a la Señora:- "Quiero pedirle que nos lleve al Cielo."
La Señora respondió: - "Sí a Jacinta y a Francisco los llevaré pronto. Tú te quedarás aquí algún tiempo. Jesús quiere servirse de ti para hacerme conocer y amar. Él quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón."
Lucía le preguntó apenada:- ¿Quedo aquí solita?
La Señora le respondió:-"No hija. ¿Tú sufres mucho? No desfallezcas. Nunca te dejaré. Mi Corazón Inmaculado será tu refugio y el camino que llevará a Dios."
Después de decir esto- escribe Lucía- abrió sus manos y nos comunicó por segundo vez el reflejo de su luz. En ella (luz) nos vimos sumergidos en Dios. Francisco y Jacinta parecían estar en la parte de la luz, que se elevaba al Cielo, y yo en la que se derramaba sobre la Tierra. Frente a la palma de la mano derecha de Nuestra Señora, estaba un corazón cercado de espinas que parecían clavarlo. Comprendimos que era el Corazón Inmaculado de María ultrajado por los pecados de los hombres, que quería reparación.
Las dudas de los buenos.
Las apariciones sembraron las dudas a y la sospecha desde un principio en los familiares, especialmente de Lucía, la mayor de los niños (contaba 10 años). La culpaban de todo, tanto su madre que pensaba que mentía, como sus hermanas que veían cómo los terrenos antes cultivados, ahora destruidos y pisados por los curiosos, peligrando la alimentación de familia. Tomó carta en el asunto el párroco de Fátima que había tenido conocimiento de la aparición y quería tener alguna información sobre la realidad de los hechos. La madre de Lucía pensó que la niña diría la verdad al sacerdote, quien el domingo siguiente públicamente obligaría a decir a la niña que todo era mentira. El encuentro con el sacerdote fue sencillo y acogedor, pero como afirma Lucía minucioso y muy pesado.
Todo lo que les prometió Nuestra Señora a los santos Francisco, Jacinta y a la venerable Sor Lucía se cumplió como ella dijo.
Fidel García
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06/12/24 07:00