Sr. Director:
Mataron durante cuarenta años. Mataron siempre que quisieron y pudieron.
Y mataron no sólo a los que quedaron muertos, sino también a muchos que dejaron vivos, pero muertos en vida. Mataron hasta sembrar toda España de muerte.
Sin embargo, y salvo algún episodio rechazable de perfiles poco claros, nadie quiso vengarse. Las víctimas se tragaron su rabia y su dolor venciendo la llamada de la sangre, y aceptaron la reiterada promesa de los políticos que invocaban solemnemente el Estado de Derecho, la aplicación de la ley y la justicia, asegurando que los asesinos acabarían pudriéndose en las cárceles.
Por eso ahora, tras tantos años de muerte, suena a burla macabra que sus amiguetes y los tontos útiles «mediadores» de siempre, nos monten un teatrillo con la entrega de unas armas que ni siquiera servirán para esclarecer los más de 300 asesinatos que duermen el sueño de la injusta impunidad. Porque burla macabra es que intenten vendernos el final de un «conflicto» sin vencedores ni vencidos, inaugurando el baile del acercamiento de presos a otras cárceles más cercanas, que desembocará en un incesante goteo de excarcelaciones individuales de tapadillo. Ahora no.
Precisamente ahora es cuando cabe exigir con más firmeza que se cumplan las promesas y caiga el imperio de la ley sobre los criminales. Ahora toca el Estado de Derecho que tanto nos invocaron; aunque los criminales se arrepientan, no se arrepientan o finjan arrepentirse. Porque eso fue lo que nos prometieron. Que no nos engañen más.
Miguel Ángel Loma Pérez
Las dieciséis mártires carmelitas de Compiègne, guillotinadas en la Revolución Francesa
15/12/24 07:00