Sr. Director:
Para Pierre Manent, la pandemia constituye tanto el final de la "fantasía europea" como de la globalización. Es necesario recuperar el marco nacional de la democracia para evitar la degeneración moral y política del liberalismo, sostiene en una entrevista para Le Fígaro (23-04-2020). Pero, sobre la situación actual, lo que teme es que se refuerce el poder del Estado.
"Nos hemos entregado al poder del Estado hace ya mucho tiempo, pero esta tendencia se ha agudizado en los últimos años. La espontaneidad del discurso público es objeto de una especie de censura previa, que excluye del debate las cuestiones más importantes de nuestra vida en común, e incluso de nuestras vidas personales, como la inmigración o las relaciones sexuales".
En una entrevista al mismo medio (11-04-2020), Rémi Brague mantiene que la situación creada por el coronavirus ha quebrado la primacía de la economía, posponiendo la búsqueda del lucro para atender a los más vulnerables. También ha revelado la ambivalencia del hombre ante la muerte. De un lado, el ser humano se enfrenta a ella y emplea todos los recursos a su alcance para detenerla; por otro, sin embargo, lo ve como algo supremo, distinto de cualquier otra experiencia.
En este sentido, explica cómo los numerosos fallecimientos quiebran uno de los ritos básicos de la cultura humana: los funerarios. Sin embargo, la ola de solidaridad evidencia que todavía las sociedades occidentales se encuentran impregnadas de valores religiosos: "Creer que se debe ayudar a las víctimas, independientemente de quiénes sean y, especialmente, sin tener en cuenta la religión que profesen, su puesto en la sociedad o su edad, es decir, simplemente porque esas personas son mi 'prójimo', es una creencia de origen cristiano".
Tanto Brague como Fabrice Hadjadj recomiendan afrontar la crisis con esperanza, no con optimismo, puntualizan. La esperanza, señala Hadjad en una entrevista (Le Fígaro, 9-04-2020), es la otra cara del grito, la mañana esplendorosa que nace tras las pesadillas.
Hadjadj, maestro de la paradoja, subraya lo irónico que resulta que una sociedad digitalizada, que solo parecía temer a los virus informáticos, se vea desbordada por un minúsculo microbio.