Sr. Director:
Tras conocerse los resultados del 25-M, salvo las excepciones de IU y UPyD, como siempre, todos se reconocen ganadores y encantados de haberse conocido.
El sentimiento general de la sociedad es de hastío, total desencanto y desafección hacia la clase política. A estas alturas el español de a pié detesta hablar de política, zanjando cualquier discusión con la despectiva definición de "todos son unos chorizos" (con perdón del al noble embutido), sin entrar en disquisiciones de siglas ni ideologías.
Como era de esperar, la irrupción de Podemos y Ciudadanos ha trastocado los resultados de autonómicas y municipales, pero cuando la misma tortilla debe ser repartida entre cuatro comensales en lugar de dos, las raciones han menguado y provocado dos esperadas conclusiones: desaparición del bipartidismo y el obligado recurso a los pactos entre distintas fuerzas políticas para poder gobernar.
Sin duda, el principal elemento desestabilizador en estos comicios ha sido la formación "Podemos" liderada por Pablo Iglesias, quien desde octubre del 2014 con su trasnochada verborrea de corte marxista soltó la memez de "a tomar el cielo por asalto", prodigándose por todas las cadenas de TV, cobrando y con un trato deferente por parte de La Sexta (el regalo del difunto Sr. Lara a Antena-3).
En línea similar se propuso y consiguió apropiarse de gran parte del descontento protagonizado por el Movimiento 15-M, del que se considera heredero distinguido. La pretensión de vincular el fenómeno Podemos con la alternativa capitaneada por Felipe González en 1982 aglutinando a toda la izquierda, constituye un solemne despropósito y todo parecido es mera coincidencia.
Pretender buscar la prosperidad de España tras la herencia recibida del nefasto Zapatero (PSOE), a golpe de una política económica basada en el aumento desproporcionado del gasto público, indefectiblemente nos conduciría al mayor de los desastres trasladándonos a la época previa al advenimiento de la crisis, que aunque no les guste al Sr. Rajoy y su Gobierno, millones de personas siguen padeciendo en España.
En efecto, Iglesias es un personaje brillante, inteligente y con una capacidad para improvisar y repentizar muy por encima de la media de los políticos españoles, y no digamos ya comparándolo, salvo excepciones, con los de su cuadrilla. Para no juzgar ni emitir criterios en base a la opinión de tertulianos y programas de las distintas cadenas de TV, aunque solo fuese por pura curiosidad y disponer de un criterio más próximo a la realidad, lo suyo sería acudir como oyentes a alguna de las reuniones locales o de barrio convocadas por militantes de Podemos y escuchar sus intervenciones y propuestas…Para llorar es poco.
Resultaría muy descarado que Pablo Iglesias no condenase el encarcelamiento de presos políticos en Venezuela, pero no es de recibo el que siga defendiendo el aberrante régimen Chavista, inadmisible de todo punto en cualquier país democrático. El haber suavizado diplomáticamente el contenido de sus discursos (con excepción de los insultos vertidos en los mítines contra dirigentes del PP) corrobora su tacto político. Por el momento y aunque todavía no han gozado de las mieles del poder aunque lo estén deseando, les permite seguir alardeando de la virginidad que les otorga el carecer de responsabilidades de gobierno.
Otra de las habilidades del líder es el enfoque demagógico que utiliza en sus intervenciones, perfectamente ajustado y orientado a lo que necesitan oír los menesterosos españoles, rodeando su proyecto-exposición de un buenismo utópico y perfectamente instalado en la indefinición. Sus cuadros saben que pronto ocuparán puestos de responsabilidad y están ansiosos por comenzar a disfrutar de las prebendas que ello conlleva tras los muchos años tragando quina, pasando privaciones y acumulando envidia y resentimiento.
Iglesias, con su envidiable frondosidad capilar, es un auténtico maestro del populismo que sus seguidores interpretan como una novedad salvadora, a la que ya algún cretino ha bautizado como "neocomunismo", siendo precisamente ante estas situaciones cuando se nos ve el plumero comparativamente con los restantes países de la UE, exceptuando Portugal, Grecia y alguno más, donde no tragan ni toleran salvapatrias de semejante catadura que solo prosperan en América Latina. Es importante saber que nunca las administraciones han creado riqueza, siendo las personas con su libertad, iniciativa y asumiendo riesgos quienes han generado la prosperidad de las naciones.
En definitiva siempre se repite la misma monserga: igualar y prohibir, pero eso sí, todos sometidos a una férrea vigilancia.
Cuesta trabajo creer que tras haber sufrido 40 años de dictadura todavía intenten embaucarnos con cantos de sirena por parte de encantadores de serpientes nobles como una cobra. En efecto ha sido la corrupción quien se ha cargado al PP y lógicamente, Podemos lo está recordando a cada instante para que la ciudadanía tenga muy claro lo que ocurriría permitiendo que los corruptos continúen en el poder. Por el momento siguen entretenidos con el coqueteo de los pactos e intercambiando cromos verbalmente si bien pronto habrá que pasar a la realidad, con la tristeza que supone el comprobar que ninguno de los candidatos convence ni satisface totalmente al electorado. Como alguien vaticinó recientemente, votar por necesidad, perder por obligación. ¡¡Tiempo al tiempo!!
José-Tomás Cruz Varela
Las dieciséis mártires carmelitas de Compiègne, guillotinadas en la Revolución Francesa
15/12/24 07:00