Sr. Director:
Es un principio básico que la escuela pública debe mantener su neutralidad ideológica y respetar la diversidad de convicciones que hoy se da entre las familias.
¿Qué diría un padre votante del PSOE si en la escuela pública de su hijo se invitara a un representante de Vox para que explicara sus propuestas sobre la inmigración? Supongo que si se entera a tiempo se irritaría y probablemente retiraría a su hijo de esa actividad. Toda la polémica sobre el llamado "pin parental" no se plantea cuando hay sintonía de valores entre las familias y la escuela. Si los padres eligen un centro privado en función de su ideario y este se cumple, es menos probable que haya problemas. En el caso de la escuela pública lo que cabe esperar es una neutralidad ideológica en asuntos éticos controvertidos, de modo que no se imparta como doctrina oficial algo que responde a una discutible visión particular.
Lo que se plantea en el caso del pin parental es que los padres sean informados de las actividades complementarias organizadas en los centros e impartidas por personal ajeno al claustro, para que puedan negar su autorización en el caso de que afecten a sus convicciones. Parece que no hará falta autorización cuando las charlas sean impartidas por funcionarios, a los que se presupone una neutralidad ideológica en su actuación; también, para evitar líos burocráticos, el silencio de los padres se interpretará como consentimiento.
El permiso de los padres tampoco parece algo excepcional, ya que hoy día se pide la autorización paterna para asuntos mucho menos importantes, desde la asistencia a una excursión escolar hasta para hacer una foto, al niño.