Una buena muestra de la incompetencia de la señora Calviño es el nivel de degradación en el que ha sumido al Ministerio de Economía y Transformación Digital
Sr. Director:
En relación al postulado de ‘Nadie’ María Calviño Santamaría para la presidencia del Banco Europeo de Inversiones (BEI), deseo manifestar mi firme oposición a que una política incapaz de gestionar hasta el más simple quiosco de revistas, sea puesta al frente de una institución de semejante relevancia, cuyo objetivo es impulsar el crecimiento económico y el empleo de Europa.
Una buena muestra de la incompetencia de esta señora es el nivel de degradación en el que ha sumido al Ministerio de Economía y Transformación Digital desde que lo comanda, hasta el punto de que los lacayos que ha colocado en la cúpula de este Organismo se muestran incapaces de tramitar incluso las más básicas y las más ineludibles de sus obligaciones para con los ciudadanos.
Así, con fechas 19 de diciembre de 2022 y 24 de enero de 2023, presenté sendas reclamaciones por responsabilidad patrimonial administrativa contra la CNMV, cuya resolución corresponde al garito que dirige esta madame. Pues bien, a día de hoy, ni siquiera han sido capaces de solicitar el preceptivo dictamen del Consejo de Estado que, por su cuantía, exigen ambos procedimientos.
Una gran parte del alto funcionariado de esta monarquía platanera no es consciente de la gravedad que entraña el no atender este tipo de reclamaciones, obviando que se trata de una figura jurídica regulada por la Ley 40/2015, de 1 de octubre, del Régimen Jurídico del Sector Público, que tiene por objeto dar respuesta a un principio constitucional, establecido por el artículo 106 de nuestra Carta Magna, que reconoce el derecho de los particulares a ser indemnizados de toda lesión que sufran en cualquiera de sus bienes o derechos, siempre que sea consecuencia del funcionamiento normal o anormal de un servicio público.
En los casos que nos ocupan, no sé si la inoperancia observada responde a una descomunal ineptitud de los responsables de este antro público, o a un fiel servilismo a los fondos buitre y a las mafias financieras, que se erigen en el objeto último de mis quejas, pero, en cualquier caso, se hace necesario impedir que esta nociva epidemia se extienda a otras instituciones europeas.
Señora ‘Nadie’: ¡Váyase a su p... casa!