Sr. Director:

Creo muy importante tener en cuenta la acción social de la Iglesia. Las últimas cifras son elocuentes. Más de cuatro millones de personas fueron atendidas ese año en los nueve mil centros asistenciales y sanitarios de la Iglesia. Dos millones trescientas mil personas se beneficiaron de las ayudas económicas canalizadas por la Iglesia. Los sacerdotes, religiosos y seglares dedicaron en ese año más de cuarenta y un millones de horas a la actividad pastoral. La actividad educativa de la Iglesia, a través de la red de centros católicos concertados, supone un ahorro de tres mil ochocientos millones de euros al Estado. Son números que reflejan el influjo social de una Iglesia que, frente a lo que se suele pensar, no es un poder sino un servicio que nace de la fe en Jesús resucitado, vivida por una comunidad llena de heridas, como es la Iglesia, cuya presencia hace que nuestros pueblos y ciudades sean lugares más humanos y luminosos.