Es un secreto a voces, pero casi nadie se atreve a decirlo. Una de las barbaridades –una más, lo reconozco– del Sanchismo ha sido el nombramiento de Dolores Delgado como ministra de Justicia. Y esto, porque la dependencia ideológica y psicológica de Dolores Delgado respecto a un Baltasar Garzón condenado por prevaricación (el delito más grave que puede achacarse a un juez) es de tal calibre que asusta pensar la influencia de don Baltasar en, por ejemplo, los nombramientos de la actual ministra nominal de Justicia.