Los cometidos contra los gays tienen mucha repercusión, pero no ocurre lo mismo con los perpetrados contra los cristianos. Parece que en crímenes de odio no todos son iguales, tristemente, sino que hay distintos niveles. Y es que mientras los cometidos contra los gays tienen mucha repercusión mediática, no ocurre lo mismo con los perpetrados contra los cristianos. Lo ocurrido en Orlando (Florida, EEUU) el pasado junio es un ejemplo. Omar Siddique mató a tiros a 50 personas e hirió a 53 en una discoteca gay, ataque que dio la vuelta al mundo y fue reivindicado por el Estado Islámico, aunque las autoridades no hallaron pruebas de la conexión. Pero un día antes, un individuo asesinó a la cantante Christina Grimmie y lo que transcendió es que el autor era un obsesionado con la joven, a pesar de que la Policía apuntó que podía ser víctima de un crimen de odio por ser cristiana. Un crimen de odio olvidado que no dio la vuelta al mundo, pero que también es deleznable y que demuestra que en los países occidentales y democráticos también hay ataques contra la libertad religiosa, pues Grimmie fue asesinada por su fe. Hispanidad redaccion@hispanidad.com