El presentador de La Sexta, que le da igual que le da lo mismo, se ceba hasta lo grotesco para dejar en evidencia las contradicciones del procés.Jordi Évole acorralaba a Carles Puigdemont o mejor, el president se dejaba acorralar por el follonero en el programa de La Sexta Salvados hasta límites grotescos. Ni sí, ni no, sino todo lo contrario. Hubo momentos sin una lógica elemental -no sólo política-, salpicados, además, con picante sagacidad, como si se tratara en el fondo de una broma burlesca. Pero a Évole, no se engañen, le da igual que le da lo mismo, y cantaba lo suyo que pensaba en en el escenario post, favorable a más izquierda y más revuelta. Évole pilló in fraganti en varios asuntos a Puigdemont, como la defensa del derecho de autodeterminación de los pueblos, cuando el propio político había rechazado esa aspiración, en votaciones de 2014, en los casos del Kurdistán o el Sahara. Más grave era que el presidente catalán se perdiera en nebulosas respuestas, incapaz de sostener en el plató lo que tan fácilmente se afirma en los mítines. Un ejemplo, sin ir a más: el de si estaba desobedeciendo o no con 1-O. Despejó a córner varias veces para no tener que admitir que lo estaba haciendo, y ante la evidencia de que sí -a juzgar por lo que les exponía el presentador con pedagogía imbatible- se limitó a señalar decir: "Me propuse no caer en esa trampa de la desobediencia", añadiendo sin consistencia alguna que está "obedeciendo a la ley catalana". Y lo mismo sobre tantos mensajes sobre el papel de los mossos, la validez del referéndum… o la exclusión de los catalanes, según sean separatistas o no. Carme Forcadell ha dejado claro que "no son pueblo catalán", pero así dicho, como suena tan mal, Puigdemont le sale que si es así como lo ha dicho, es "un error de una gran presidenta". Hispanidad redaccion@hispanidad.com