Del casi asesinato de Salman Rushdie debo sacar dos conclusiones:

1.La estupidez de las feministas españolas que tanto veneran al islam, a pesar de que el maltrato a la mujer por parte de los mahometanos forma parte tanto de su teoría como de su práctica.

Recuerden que para las podemitas-comunistas de Irene Montero, Irán, los mismos que han aplaudido el casi-asesinato de Salman Rushdie son maravillosos, los malos son los igualmente fanáticos, sólo que de derechas, moros de Arabia Saudí. Y, por supuesto, poco que decir sobre el intento de asesinato de un fanático musulmán pro-iraní contra el escritor indio, cuyo libro, Los versos satánicos, no me gusta ni poco ni mucho: me gusta nada.

Y cuando protestan contra la situación de las afganas con los talibanas olvidan asegurar que quien abandonó Kabul fue, miren por dónde, su ídolo, Joe Biden.

2.Animar al Gran Wyoming a que blasfeme de Alá o de Mahoma, su profeta, como cada semana blasfema de Cristo y de su Iglesia, en un país mayoritariamente católico como España y en un medio de lo más conservador llamado Atresmedia.

Venga Wyoming, insultarnos a los cristianos está chupado, sabes que tenemos la obligación de odiar el pecado y amar al pecador, así que sabes que te saldrá gratis. Lo bonito es blasfemar contra el islam: ¡Échale güevos, José Miguel Monzón, este es el momento! 

En cualquier caso, mejor será que el Occidente progre deje de mimar al islam con tal de atacar al cristianismo... ¡pedazo de idiotas!