Jueves 18 de mayo, día de la Ascensión, ya saben uno de los tres jueves del año que relumbran más que sol. Una fiesta que alude al periodo que transcurre entre la resurrección y la ascensión a los cielos y que marca la presencia en el mundo de lo que los teólogos llaman un cuerpo glorioso. Es el cuerpo del mismo Cristo, resucitado de entre los muertos y cuyo espíritu se ha unido a su cuerpo... glorioso, ya no sometido a las leyes físicas y que, por tanto, puede traspasar paredes.

La fiesta de la Ascensión, que en el mundo anglosajón se celebra en jueves y que aunque sea día laboral es fiesta de precepto -en España, en domingo-, se resume en Mt 28, 19-20: "Id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; 20 enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo".

Lo primero, la obligación, luego el premio, ya en esta vida. En mayo de 2023, evangelizar se ha convertido en un deporte de alto riesgo, dado que la atmósfera cultural imperante asegura que hablar de Cristo atenta contra la democracia, porque pretende imponer una visión del mundo ajena a la aceptada oficialmente, la del Nuevo Orden Mundial (NOM) de hoy mismo -mañana será otra- concretado en la anti-cosmovisión WOKE: ideología de género, adoración al dios-verde, el planeta y trashumanismo, o sustitución de Dios por la ciencia. 

Lo segundo de la cita evangélica con la que San Mateo da por concluido su evangelio, es el consuelo: en 2023, en pleno siglo XXI, nada mejor que volver a repetir las palabras de quien nunca miente: Yo estaré con vosotros, siempre, hasta el fin del mundo. Lo cual significa dos cosas:

1.Que hay fin del mundo, no debiéramos extrañarnos tanto.

2.Que hasta entonces, nunca estaremos solos: Dios está a nuestro lado. 

Me gusta está fiesta. Ya saben: si la democracia condena a Cristo al silencio... entonces no es democracia. Pero tranquilos, que no es posible: Dios respeta la libertad humana pero no calla ni debajo del agua.

En cualquier caso, en 2023, no hay silencio de Dios, hay sordera del hombre. Y esto es bello e instructivo, porque cuando uno se apunta al apostolado, miren por dónde, se le pasan todas las dudas de fe.